Corte de Caja
Diputados: representantes virtuales o reales José MartínezSi la labor de los diputados locales ha sido cuestionada por ciudadanos, por considerarla improductiva, sin ningún beneficio para el estado, con lo que se propuso en la sesión del miércoles pasado, la opinión que de ellos se tenga será más negativa de lo que ya lo es. Resulta […]
9 de febrero de 2024

Diputados: representantes virtuales o reales

José Martínez
Si la labor de los diputados locales ha sido cuestionada por ciudadanos, por considerarla improductiva, sin ningún beneficio para el estado, con lo que se propuso en la sesión del miércoles pasado, la opinión que de ellos se tenga será más negativa de lo que ya lo es.

Resulta que a alguien se le ocurrió presentar una iniciativa para que los legisladores puedan sesionar desde la comodidad de su casa o desde el sitio en que se encuentren, como si estuviéramos en una nueva emergencia sanitaria.

El pretexto es precisamente eso. En la iniciativa “se establece que el pleno de la mesa directiva podrá acordar llevar a cabo la realización de sesiones semipresenciales o virtuales en los casos que por cuestiones de sanidad o de seguridad así se requiera”.

No hay justificación alguna para que no asistan, como es su obligación, al recinto legislativo a trabajar. Esa es su tarea principal, legislar. Ni el Congreso de la Unión se ha llegado a ese extremo. Cuando se vivió lo más difícil de la pandemia, se extremaron las medidas sanitarias y el trabajo legislativo salió a flote.

Con esa reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo, en caso de aprobarse, conociendo como se las gastan los legisladores, cualquiera puede invocar medidas “sanitarias” o de “seguridad” para no hacer acto de presencia en el Congreso local.

En esa propuesta también se pretende eliminar la obligatoriedad de sesionar por lo menos dos veces a la semana, con el cuento de que se podrán realizar “sesiones ordinarias tantas veces como sean necesarias desapareciendo con ello la obligatoriedad de hacerlo dos veces a la semana”.

En la práctica, hemos visto que los legisladores sesionan a su entero gusto. Ha habido ocasiones en que en un día y en menos que canta un gallo, se echan de un jalón las dos sesiones. Ahora si se quita esa obligatoriedad, si quieren no sesionan en la semana, pues no estarán sujetos a ninguna disposición normativa.

¿Esa propuesta en qué beneficia al estado? Si de por sí la ciudadanía cuestiona la improductividad legislativa y lo costoso que resulta para las finanzas estatales cubrir los sueldos de los 35 diputados y todo su aparato burocrático. Ya ni la amuelan, diría el clásico.

Marcela Turati comparte con
Presente «San Fernando: Última Parada»
No podía tener el diario Presente un mejor marco en su aniversario número 65, con la presentación del libro «San Fernando: Última Parada», escrito por la cronista Marcela Turati.

Sentada a un lado del director del periódico, Víctor Manuel Sámano Labastida, la escritora narró desde lo más profundo cómo se dio el tema, y de qué manera lo fue escribiendo.

Sin duda, difícil, peligroso, incluso se califica hasta de terror. Marcela Turati adelanta que luego de terminar la obra tuvo que darse un tiempo como persona, es decir, quiso encontrarse, porque como dice la primera hoja del libro, en San Fernando se quedó su alma, y era necesario recuperarla.

Apoyada por el público, ambos coincidieron en cómo es posible no darse cuenta de la desaparición de varias personas. Por qué las autoridades no pudieron hacer su trabajo, y dejaron que al final perdieran la vida.

Quizás una de las respuestas es que aún es difícil enfrentar al narcotráfico, y más todavía, desaparecerlo. Porque este es precisamente uno de los ejes temáticos de la historia. Un cártel que sigue vivo, secuestrando personas sin que se le haga nada.

Marcela, como buena cronista, dejó que en gran parte del libro hablaran las personas, esos testigos protegidos por ella misma, porque en la presentación hizo énfasis de que tuvo que borrar algunos nombres, dejando sólo sombras entre las líneas para que no les pasara nada.

Como ella lo dijo, este libro es un homenaje a esas personas desaparecidas, que no son nada más de México, sino de otros países de Centroamérica, que buscaban una salida, una mejor vida, pero que por mala fortuna sólo encontraron la muerte.

Tal vez si Marcela no se hubiera acercado a ese pueblo, jamás estas personas pudieran tener voz, una voz que hoy reclama a través de un archivo narrativo bajo la firma de ella, y que sus familiares por lo menos tendrán en la memoria.

Porque si bien es cierto, los muertos se expresan a través de Turati, quien se atrevió a investigar en las morgues, en los reportes forenses, en algunas paradas, con vecinos, e incluso en los panteones, donde encontró un lenguaje que le permitió teclear una y otra vez la investigación, hasta concluirla, pero sin quedar satisfecha, porque como lo mencionó, quizás nunca lo estará ante la falta de espacio para seguir contando la atrocidad que sucede en algunas partes de nuestro México.

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