La popularidad de AMLO crece al cierre de su sexenio; aumentan los riesgos

José Martínez
Algo común que sucede en el ambiente político es que cuando un Presidente o gobernador va de salida, su popularidad viene a la baja.

Quienes iniciaron con él en esa administración le dan la espalda, cada uno empieza a buscar su propio camino (político), y dejan solo a la autoridad que un día los invitó a formar parte de su equipo.

Los ciudadanos hacen algo similar, empiezan a olvidar al gobernante, y miran hacia el horizonte con el fin de encontrar quién es la próxima persona que estará al frente.

Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador se convirtió en un caso especial porque en lugar de que sus puntos de aprobación vayan a la baja, suben.

Es decir, el mandatario federal al momento lleva una aprobación del 60 por ciento, arriba de la media, muy por encima de lo que en su momento Enrique Peña Nieto tenía en el último año de su mandato.

López Obrador es una especie, para algunos extraña, porque entre más golpes se le da, más se engrandece. Es muy difícil que puedan derrumbarlo. Su aprobación va en ascenso, nunca ha estado a la baja, ni en los momentos más difíciles se le ha visto en números como los anteriores mandatarios.

E incluso se le ha considerado como el segundo líder más popular del mundo, de acuerdo al Financial Times, sólo detrás de Narendra Modi, primer ministro de la India, quien registra un 71 por ciento de aprobación, mientras que Joe Biden, presidente de Estados Unidos se ubica en quinto lugar con 46 por ciento de aprobación.

Algo que sustenta esa popularidad de AMLO es garantizar el servicio de internet gratuito en escuelas, hospitales y espacios públicos en todo el territorio nacional. Plan de justicia a los pueblos yaquis; se les restituyeron 30 mil hectáreas de terrenos y se aplica un programa integral para el desarrollo social.

En este último punto, hasta el momento no se ha dejado de pagar el apoyo a las personas de la tercera edad, al contrario, se les dio un incremento, y será por ley que les paguen ese apoyo.

Hasta el momento no existe un divorcio entre el pueblo y el Presidente, al contrario hay un acercamiento sólido que lo tiene en un incremento popular, a pesar de que se diga que sus políticas públicas son negativas y están reprobadas, claro, la publicidad de los que no están de acuerdo con él inflarán esas ideas.

Sondeos, guerra de números
Los estudios de opinión pública se han constituido en una herramienta valiosa en la toma de decisiones sobre diversos rubros de la vida pública. Se le consulta a la gente para conocer su opinión acerca de tal o cual asunto, principalmente hoy en día los relacionados a la política.

Las empresas dedicadas a la investigación demoscópica emplean diversas metodologías para obtener un resultado que les indique, por ejemplo, el grado de aceptación o rechazo de una medida gubernamental, producto comercial o figura pública.

Como en toda actividad, hay empresas serias, que realizan sondeos profesionales certeros, con un grado de confiabilidad más que aceptable. Pero también hay encuestadoras que se prestan para tratar de manipular la opinión pública o inducir, con trampas, la preferencia por determinado personaje.

De un tiempo a la fecha, las encuestas se han vuelto indispensables, principalmente en el marketing y en la política. Se les quiere presentar como una verdad absoluta cuando es solo un instrumento de referencia.

La primera vez que se utilizó la encuesta fue en 1993 en Estados Unidos. Ese año, Literary Digest buscó evaluar la preferencia electoral de los estadounidenses. Competían el republicano, Alf Landon y el demócrata Franklin D. Roosevelt y el sondeo fue un fracaso par Digest. Surgió entonces George Gallup, quien predijo el triunfo de Roosevelt y sentó un precedente en las encuestas de opinión pública.

En México el primero sondeo de opinión pública aplicada a las elecciones fue en 1988, cuando compitieron Carlos Salinas de Gortari y Cuauhtémoc Cárdenas. A partir de entonces son pan de cada día y de cada elección.

Haberes
La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, afirmó que en la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de invalidar el decreto por el que se declaró como asuntos de seguridad nacional los proyectos estratégicos del gobierno federal, no responde a una razón jurídica, sino al objetivo que tienen algunos ministros de parar las obras del presidente Andrés Manuel López Obrador. En este mismo sentido se pronunciaron el canciller Marcelo Ebrard y el titular de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, quienes apoyan el denominado Plan C, para buscar la mayoría legislativa en 2024.