El presidente ecuatoriano prepara una ausencia de un mes, para concentrarse en los próximos comicios, donde busca refrendar el respaldo a su candidatura

Quito, Ecuador
Agencias
En una actitud inusual, tanto en Ecuador como en otros países de la región, el presidente Rafael Correa decidió ausentarse de la presidencia durante un mes, al menos formalmente, de cara a las elecciones en las que se presenta como candidato.
A partir del 17 de enero, el jefe de Estado se abocará de lleno a la campaña y será su vicepresidente, Lenin Moreno, su reemplazante. En Estados Unidos, ni Barack Obama ni ningún mandatario que haya buscado la reelección ha actuado de manera semejante. Tampoco existen antecedentes inmediatos en América Latina de un presidente que pida licencia de su cargo para dedicarse a hacer campaña, aunque en Brasil los presidentes desde Fernando Henrique Cardoso, cuando pugnan por la reelección deben obviar la utilización de los bienes del Estado para actos proselitistas.
En Colombia y Chile los ministros que se apresten a participar como candidatos presidenciales deben dejar sus carteras, pero en la región ningún presidente tiene la obligación legal de separarse del cargo para intentar un nuevo cargo electivo.
Ni Luiz Inacio Lula Da Silva, ni Álvaro Uribe o Cristina Kirchner pidieron licencia para postularse a la reelección en sus respectivos países.
En Ecuador, los opositores a Correa, lejos de destacar su actitud de pedir licencia para que no interfiera su labor de candidato con la de presidente, buscaron por dónde cuestionarla. Su ex ministro de Hacienda y actual postulante presidencial por la Coordinadora de Izquierdas, Alberto Acosta, consideró que esa medida, aprobada ya por el Congreso, “no representa ningún cambio porque el candidato presidente viene gobernando pensando siempre en las urnas”.
Para la asambleísta del movimiento Pachacutik, Lourdes Tibán, la licencia representa “una actitud hipócrita” porque Correa “viene utilizando los recursos del Estado en propaganda innecesaria en seis años de gobierno y no lo dejará de hacer”.
Por su parte, el constitucionalista Daniel Sabsay opina que sería positivo que “las licencias se tomen, pero asegurándose de que son totales”, de que el poder no sigue siendo “manipulado por el presidente aun desde fuera del gobierno. Al mismo tiempo, consideró que las constituciones de América, como la de Estados Unidos, “no sentaron jurisprudencia al respecto”.