Cientos de villahermosinos salen a las calles retando a la pandemia
Mientras la avioneta en color rojo surca el horizonte para continuar la fumigación preventiva al dengue, cientos de villahermosinos salen a desafiar al coronavirus sin mascarilla, sin sana distancia, sin el mínimo temor a la pandemia que en los últimos días ha recuperado un brío advertido por las autoridades sanitarias, en su oportunidad. El ruido […]
3 de diciembre de 2020

Mientras la avioneta en color rojo surca el horizonte para continuar la fumigación preventiva al dengue, cientos de villahermosinos salen a desafiar al coronavirus sin mascarilla, sin sana distancia, sin el mínimo temor a la pandemia que en los últimos días ha recuperado un brío advertido por las autoridades sanitarias, en su oportunidad.
El ruido de la nave que exhibe la razón social perceptible «Jorge Efraín» en letras mayúsculas cuando el piloto realiza vuelos casi rasantes, en los últimos días se ha convertido en algo así como reloj despertador de la clase trabajadora. También un aliento de vida para la población preocupada porque a la imparable pandemia del covid19 se sumen enfermedades virales trasmitidas por mosquitos. Sobre todo, aquellas personas que fueron o tienen familiares que alguna vez padecieron, por ejemplo, de dengue, saben que un segundo contagio sería correr el riesgo de desarrollar la enfermedad con mayor intensidad.
La estela de químico que deja el aeroplano es como una señal de vida al despertar el alba y cuando la tarde está cayendo. Es un sobrevuelo que va y viene de manera perpendicular por el cielo nublado de este jueves, cuando el otoño fresco, frío, en algunos lugares, hace desempolvar abrigos y chamarras. Aún con los efectos de la inundación de noviembre, la presencia del bimotor deja emociones encontradas entre la familia cuando se junta el ruido de helicopteros de la Marina auxiliando a los damnificados que todavía no retornan a sus hogares.
Villahermosa aún refleja la huella del meteoro: brigadas de trabajadores del ayuntamiento de Centro y de empresas constructoras se dan a la tarea de bachear las calles, avenidas y paseos que aparecen como si la capital de Tabasco hubiera sido bombardeada. «Es un tentempié porque difícilmente los baches desaparezcan de la ciudad», comenta un ingeniero en alusión al terreno arcilloso de la planicie tropical.
Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo

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