La afición de Houston tiene un juicio: Chicharito es humilde y Andrés Guardado, «muy creído». 

Héctor Alfonso Morales,
HOUSTON, Texas, EU.,
EL UNIVERSAL
Pasó el tiempo. Primero media hora, que se convirtieron en casi 90 minutos de espera. Eran apenas un puñado de aficionados, pero firmes.
Tenían una misión: esperar por una firma, una foto o un saludo a los seleccionados, quien tras su tarde libre, regresaron a su hotel de concentración.
Y es que a esta ciudad texana, el Tri casi no los visita. Ver a Javier Hernández, al «Principito» y a Oribe Peralta es de las mejores cosas que pueden esperar los ansiosos aficionados futboleros que viven en Estados Unidos.
Al llegar el camión de la Selección Mexicana, unos 25 seguidores, en su mayoría jóvenes y niño, se arremolinaron a su alrededor. Los gritos comenzaron: «¡Chicharito, ven! ¡Guardado, una firma!» Aunque en cuanto los fans vieron a Jorge Enríquez y a Diego Reyes también los buscaros. Los campeones olímpicos fueron gustosos a regalar autógrafos y a tomarse fotografías con sus fieles.