Carta Abierta
¡Salud, don Enrique! Jorge Núñez jorgenunez63@hotmail.com Don Enrique González Pedrero, de 85 años de edad, último mandatario de Tabasco con credenciales diplomáticas, escritor, intelectual y profesor universitario, estuvo en Tabasco. Asistió, como invitado especial, el Tercer Informe del gobernador perredista, Arturo Núñez Jiménez. Después, a solicitud expresa del rector de la UJAT, José Piña Gutiérrez, […]
17 de noviembre de 2015

¡Salud, don Enrique!

Jorge Núñez
jorgenunez63@hotmail.com
Don Enrique González Pedrero, de 85 años de edad, último mandatario de Tabasco con credenciales diplomáticas, escritor, intelectual y profesor universitario, estuvo en Tabasco.

Asistió, como invitado especial, el Tercer Informe del gobernador perredista, Arturo Núñez Jiménez.

Después, a solicitud expresa del rector de la UJAT, José Piña Gutiérrez, en el marco de los 30 años de las licenciaturas de Historia y Sociología, presentó su libro “País de un solo hombre: El México de Santa Anna”.

Casi no dio entrevistas. Casi, porque una de ellas se la concedió al periodista tabasqueño Luis Antonio Vidal, autor de la columna Vector X.

Don Enrique, como todos le llaman con respeto y admiración, dijo varias cosas interesantes.

Su vigencia política terminó, según sus propias palabras, al recibir el Doctorado Honoris Causa de la UJAT hace 12 años.

Quién no recuerda aquello de: “No quito ni pongo rey”.

Dice que ya no se involucra en asuntos políticos. No opina del gobierno ni de los partidos.

Reflexiona el porqué habla poco con la prensa: “Aprendí el arte del silencio leyendo ‘El Hombre Rebelde’ de Albert Camus”.

-¿Por qué su frase de campaña fue “Hablarán los hechos”?- pregunta el periodista Vidal.

-Porque el lenguaje se gasta, como son palabras que usamos todos los días se van choteando, se van vulgarizando y acaban por no significar nada, por eso hay que tener cuidado también con la palabra para que no se gaste demasiado, porque sucedería como la moneda de metal, de circular se va gastando, por eso hablé de los hechos, en vez de que hablen las palabras.

“(…) Yo armé toda la administración en función de la problemática que había escuchado en la campaña. No me atuve a la estructura administrativa tradicional, sino de acuerdo con los problemas que había que solucionar creamos la estructura administrativa para poder establecer la relación entre la realidad y la administración. Y por eso permanentemente escuché”.

“Yo tenía audiencia de dos o tres horas diariamente y una gira semanal por los distintos municipios del Estado para estar pendiente de todo y me acuerdo de muchas enseñanzas que recibí de aquel intercambio permanente que tenía con la población”.

Hay anécdotas. Y cita una que nunca olvidó:

“Me acuerdo que una vez había llovido bastante y en alguna población me hicieron señas para que se detuviera el autobús en el que yo iba y pidieron hablar conmigo, sobre todo un grupo de señoras.

“Me dijeron ‘Queremos que nos acompañe usted a la escuela para que vea la situación en la que está y a la que tienen que venir nuestros hijos’. Muy bien, les dije, súbanse al camión, y me contestaron: ‘No, bájese y venga con nosotros’. Bajé y era un lodazal para llegar a la escuela, las banquetas destruidas, todo muy mal. Nos metimos caminando al lodo y llegamos a la escuela.

“Pudimos haber llegado en el camión, les repliqué, y me contestaron: ‘Sí señor, pero lo que queríamos es que sintiera usted lo que sienten nuestros hijos cada vez que tienen que venir a la escuela en estas condiciones. Me llevé una lección para toda la vida”.

Y rubrica la anécdota con su aprendizaje:
“A esa señoras les agradecí muchísimo lo que hicieron, les dije ya me voy, en vez de que venga el camión, me voy a regresar otra vez a chapotear para que no se me olvide nunca. Fue una gran lección”.

Así gobernaba, así pensaba, el gobernador Enrique González Pedrero.
¡Salud, don Enrique!

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