Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /var/www/vhosts/rumbonuevo.com.mx/httpdocs/wp-includes/media.php on line 1657
Brujas, la Venecia del Norte
Por Ferdusi Bastar Mérito Rumbo Nuevo Bélgica es un pequeño país ligeramente más grande que Tabasco, 30,000 kmts2. Allí nació el imperio merovingio, fundado por Clodoveo, primera dinastía francesa, y tras un milenio de movimientos fronterizos, terminó bajo el dominio de los Habsburgos austriacos y españoles, para después formar parte efímeramente del desaparecido Reino Unido […]
29 de agosto de 2019

Por Ferdusi Bastar Mérito
Rumbo Nuevo
Bélgica es un pequeño país ligeramente más grande que Tabasco, 30,000 kmts2. Allí nació el imperio merovingio, fundado por Clodoveo, primera dinastía francesa, y tras un milenio de movimientos fronterizos, terminó bajo el dominio de los Habsburgos austriacos y españoles, para después formar parte efímeramente del desaparecido Reino Unido de los Países Bajos, del que se independizó en 1830 con la instauración de la monarquía parlamentaria de Leopoldo I. Tres idiomas oficiales: francés, neerlandés y alemán en un país mayoritariamente católico.

En este pequeño país nace Brujas ( Brugge: puentes), ciudad que florece en el siglo XII, conectada por un canal de 10 kilómetros al mar del norte, al integrarse como una importante aliada de la poderosa Liga Hanseática, la más occidental de esta coalición, que durante más de cinco siglos dominó el comercio en el norte de Europa, bajo el liderazgo de Lubeck y Hamburgo.

Hemos estado en varias ocasiones en esta bellísima ciudad, literalmente «de encaje»una de las más hermosas de Europa, con el casco urbano medieval mejor conservado, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su población apenas llega a 110,000 habitantes, un 15% de mi Villahermosa, pero con balcones enflorados, calles limpias sin topes ni baches y surcada por una red de canales de aguas límpidas y pobladas de hermosos cisnes blancos.

Brujas registra una enorme afluencia turística, con multitud de barcas recorriendo sus canales y calesas con percherones trotando por sus calles, y admirando sus casas gremiales, conventos, iglesias, y edificios públicos, y hermosos canales que la dan a conocer como «La Venecia del Norte».

Es emblemática y símbolo de la ciudad la bellísima Torre del Campanario, «Belfort van Brugge», en neerlandés, de 83 metros de altura con 366 escalones y 47 campanas, que domina la “plaza del mercado”. Otras torres también emblemáticas son las de la Catedral de San Salvador y la de la Iglesia de Nuestra señora, y su Ayuntamiento (Stadhuis van Brugge) y la plaza Burg

La Basílica de la Santa Sangre construida originalmente en el siglo XII alberga una venerada reliquia de la sangre de Cristo, supuestamente recogida por José de Arimatea y traída de Tierra Santa por Teodorico de Alsacia, Conde de Flandes, a su vuelta de la Segunda Cruzada, reliquia que se conserva en una ampolla que se cree contiene un trozo de tela con sangre de Jesucristo.

Bélgica es uno de los mayores productores de chocolate del mundo y, según muchos, aquí se encuentran los mejores maestros chocolateros, y en Brujas a más de fabricantes renombrados, existe un visitado Museo del Chocolate y numerosas bombonerías. No cosechan cacao, pero si producen un fino chocolate artesanal, 100% puro de cacao, sin ninguna mezcla de otra grasa. Corné, Galler, Neuhaus y Godiva, son marcas conocidas internacionalmente por su alta calidad, los segundos en el mundo después de Suiza.

Esta es la patria por excelencia de la cerveza. Las variedades son incontables y casi cada una de ellas se bebe en un vaso específico. En Brujas, hay más de 31 cerveceras y se pueden visitar. La de De Gouden Boom, instalada en la antigua fábrica de malta de ´T Hamerken, conservada tal y como era, con toda su maquinaria. De aquí han salido cervezas tan famosas e internacionales como la Brugs Tarwebier o Blanche de Bruges, con su aroma a lúpulo, afrutado y ligeramente ácido, la Brugge Tripel, de sabor franco y a la vez dulce y levemente aromático, o la Brugge Blond, caracterizada por un delicado sabor a lúpulo y un toque afrutado.

En la Edad Media, las »béguines», mujeres vírgenes o viudas, de cualquier estrato social, que se dedicaban a Dios para llevar una vida contemplativa y activa a la vez. Vivían de sus propios recursos, de las limosnas, y también de su trabajo manual. Prohibidas por el Papa en 1317, subsistieron, manteniéndose agrupadas en los »béguinages», comunidades religiosas autónomas. El Béguinage de Brujas, fundado en 1245 por Margarita de Constantinopla, condesa de Flandes, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2002. En él se respira una plácida y mística atmósfera, potenciada por el contraste del blanco de las fachadas, el rojo de los tejados, el verde de la hierba, el amarillo de los junquillos y el marrón intenso de los troncos que se elevan hacia el cielo. Hoy alberga un museo que explica la vida de estas mujeres.

Una leyenda cuenta que el encaje fue inventado por una mujer, que mientras descansaba una tarde recostada sobre un árbol, vio cómo se oscurecía el cielo bajo una multitud de arañas que se abalanzaban sobre su tocado. De su frenético ir y venir nació una tela en la que se representaban gráciles figuras, flores, pájaros y otros delicados adornos. Sea lo que fuere, entre los siglos XVII y XVIII, esta técnica artesana se propagó por los Países Bajos, bajo la creciente demanda de las Cortes de Europa. Actualmente, al visitar el Museo del Encaje, es imposible no quedar boquiabierto ante los ágiles dedos de las encajeras en el huso, una herramienta inventada en Brujas. Pocas son las que todavía son capaces de realizar el «punto del hada», una auténtica obra de arte que necesita la friolera de entre 300 y 700 husos. Brujas pronto se consideró la ciudad del encaje. Prueba de esto son las viejas escuelas en las que se enseña este arte.

Para ahondar en el romanticismo, podemos caminar hasta la placita que rodea el famoso Minnewater, el «lago del amor». Éste toma su nombre de una leyenda que se remonta al Imperio romano, que podría haber inspirado a Shakespeare la tragedia de Romeo y Julieta. Según se cuenta, Minna, la hija de un pirata sajón, se enamoró pérdidamente de Morin. Desesperada ante la negativa paterna, pasó varios días en el bosque, a orillas de un riachuelo. Su amante tan sólo la encontró cuando ésta daba su último suspiro. Para rendir tributo a su amor perdido, desvió las aguas del riachuelo y excavó la tumba de su amada. Después, dejó que el agua volviera a cubrir su sepultura, creando el Lago del Amor-

Compartir: