Amor de cocodrilos
Hace 15 años, la pareja era un ejemplo para los trabajadores de la Casa del Agua. Obviamente que biólogos y particulares interesados en el origen de la reproducción de la fauna en la zona llegaron a conocer la relación a partir del excepcional encuentro, sin derramar una sola lagrima de cocodrilo. Por el contrario, la […]
29 de mayo de 2022

Hace 15 años, la pareja era un ejemplo para los trabajadores de la Casa del Agua. Obviamente que biólogos y particulares interesados en el origen de la reproducción de la fauna en la zona llegaron a conocer la relación a partir del excepcional encuentro, sin derramar una sola lagrima de cocodrilo. Por el contrario, la narración imponía acaso desconcierto hacia la intimidad, en lo personal o familiar.
No era tan comunes verlos juntos. Tampoco su estancia en la Uyotot—Ja’ (Casa del Agua en lengua chontal) provocaba curiosidad o invitaba a la visita frecuente del área de protección de la fauna del Centro de Interpretación de la Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla «Asegurando el futuro del patrimonio natural de México». De la boca de los que saben la historia sale poco, incluso no es común entre la precariedad de los vecinos de la región.
Por ejemplo, la desconocen los trabajadores de la ahora Secretaría de Administración e Innovación Gubernamental, esto es la brigada responsable de montar o desmontar en horas o días, no muchos dependiendo del tamaño, entarimados pequeños o grandes según el nivel del evento oficial, que añoran aquellas excursiones de fin de semana que organizaba y promovía la desaparecida oficialía mayor del gobierno estatal.
«Salían los camiones sábados o domingos del museo La Venta», recuerdan dos de ellos que esperaban desmontar otras de sus obras cotidianas la cual habían levantado para el acto que encabezó el gobernador Carlos Manuel Merino Campos, el lunes 23 de los corrientes en la Casa del Agua.
Y no obstante las frecuentes oportunidades de recreación disfrutadas en familia, ninguno de los empleados citados sabía del amor de la pareja de cocodrilos cuya reproducción es uno de los atractivos del área protegida aunque por abandono de administraciones pasadas la seguridad del circuito de puentes este en riesgo.
Lo mismo podría pasar con los miles o decenas de miles de visitantes —el promedio anual es de cinco mil personas y con la disminución de la pandemia el número podría crecer— que han acudido al lugar desde que el 6 de agosto de 1992 fue abierta al público. ¿Quiénes son Comanche y Vicky?
Parece anécdota del campo pero no lo es. Uno de los empleados de la asociación civil responsable de la protección de los reptiles la contó como algo natural. Como si un fin de semana se encontrara con la curiosidad de un turista de la civilización de concreto.
«Ahí va Vicky», señala, despertando el fisgoneo del interlocutor. «Hace 15 años se murió Comanche que era su pareja pero no hay problema en la reproducción porque se buscó otro macho…»
Por el agua turbia se ve deslizar un puñado de reptiles detrás de la cocodrilo cuyo cuerpo se exhibe a los ojos del visitante dominical.
El biólogo de profesión, uno de los empleados de mayor antigüedad de la Casa del Agua, narra con alegría la relación de pareja que por años mantuvieron Vicky y Comanche hasta la muerte de este hace 15 años. «La mayoría de los cocodrilos de aquí son sus hijos…»
Pero el amor entre cocodrilos no acabó con la muerte de Comanche. La reproducción en el santuario continúa porque a la vuelta de los días, la viuda encontró otra pareja que hasta este domingo no tiene identidad propia.
Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo

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