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Cuando prolongar la vida ya no es vida (tiempo estimado de lectura: 6 minutos) «No es que me asuste la muerte. Es tan sólo que no quiero estar allí cuando suceda». Woody Allen Elisabeth Casanova García Jorge Quiroz Valiente afgha@hotmail.com jorgequirozvaliente@hotmail.com Durante siglos se ha buscado el secreto de una larga vida y un envejecimiento […]
12 de mayo de 2019

Cuando prolongar la vida ya no es vida
(tiempo estimado de lectura: 6 minutos)

«No es que me asuste la muerte. Es tan sólo que no quiero estar allí cuando suceda». Woody Allen

Elisabeth Casanova García
Jorge Quiroz Valiente
afgha@hotmail.com
jorgequirozvaliente@hotmail.com
Durante siglos se ha buscado el secreto de una larga vida y un envejecimiento saludable. Lo cierto es que en la actualidad la vida se ha prolongado debido a múltiples factores, entre ellos la genética, la introducción de antibióticos, las vacunas y la salud pública, el manejo efectivo de los factores de riesgo cardiovascular, los avances en la cirugía, la eliminación o modificación de conductas de alto riesgo, los apoyos familiares y sociales, la eliminación de guerras y la pobreza. También influyen de manera positiva el ejercicio, la nutrición y factores psicológicos como el optimismo y la conciencia.

Los alimentos además de ser parte indispensable de la vida, también pueden ser indicio de la calidad de muerte. Normalmente, es deseable tener una muerte tranquila, “no le tengo miedo a la muerte, le tengo miedo a morirme. Si se tiene alguna convicción religión o ideológica, donde al momento de morir se gana tranquilidad, o simplemente ser parte orgánica de un jardín, no hay porque temer. Sin embargo, la agonía es un paso muchas veces inevitable. Conforme la ciencia avanza, se prolonga la vida, a veces de manera innecesaria.

Mientras envejece, el ser humano es más vulnerable y experimenta lapsos que afectan su calidad de vida; y con ello, la posibilidad de sufrir enfermedades incapacitantes mayores.

Vivir en una zona rural o en zona urbana, son determinantes en la calidad de vida de las personas de edad avanzada. Por esto, el adulto mayor en las zonas rurales continúa trabajando hasta edades avanzadas, siendo la presencia de enfermedades una variable con mayor importancia que la edad para la jubilación. Asimismo, las labores agropecuarias, por ejemplo, exigen la participación de toda la familia y la comunidad para asegurar su subsistencia.

Para muchas personas, la muerte es inherentemente indigna. Los pacientes con enfermedades terminales son conectados a tubos y máquinas; ellos experimentan dolor, dificultad para respirar, y otros síntomas insoportables; no pueden levantarse de la cama, alimentarse, ni ir al baño solos y son atendidos en Instituciones deshumanizadas. En tales circunstancias, no hay forma de mantener la dignidad en el proceso de morir, lo que es una preocupación importante de los pacientes moribundos y constituye una de las principales motivaciones detrás de los esfuerzos para mejorar los cuidados paliativos y promover el objetivo de “una buen muerte”. Sin embargo, uno de los mayores obstáculos para mejorar la atención, al final de la vida es la vaguedad del concepto de una buena muerte.

La primera tarea para mejorar, es puntualizar si morir en casa, realmente aumenta la dignidad de la muerte. ¿Los parientes cercanos estarán dispuestos a cuidar al paciente de manera apropiada?

En un estudio realizado sobre este tema, sólo el 7%, de los pacientes entrevistados, reporta tener pérdida de dignidad. Es decir, lo que una persona sana, bajo otras circunstancias, pensaría que la dignidad es un proceso importante al final de la vida, resulta que sólo es importante para la minoría.

Quizás la explicación más plausible es que los cuidados al final de la vida son más necesarios y en el mundo moderno no son inherentemente indignos. En consecuencia, las preocupaciones por la terrible pérdida de dignidad pueden estar sobrevaloradas.

En los adultos mayores, la adopción de una dieta saludable se asocia con un menor deterioro funcional. Es necesario mejorar los hábitos alimenticios, esto puede retrasar el envejecimiento poco saludable.

La modificación de la dieta, el incremento en el consumo de antioxidantes tiene efectos profundos sobre la longevidad. Una dieta balanceada puede ejercer una importante protección cardiovascular e influye positivamente en el envejecimiento, la aterosclerosis y la diabetes. Como sociedad debemos preocuparnos por incrementar nuestra conciencia alimenticia, calidad de vida y esperanza de una muerte sin tormento.

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