Agrotendencias
Repensando en nuestra alimentación (tiempo estimado de lectura: 6 minutos) “Si no puedes pronunciarlo, ¡no te lo comas!” Vianey Pérez Elisabeth Casanova García Jorge Quiroz Valiente afgha@hotmail.com jorgequirozvaliente@hotmail.com La agricultura en México tiene una baja participación en el PIB nacional, que es de apenas 4%. Los productos agropecuarios están en la base de un gran […]
16 de diciembre de 2018

Repensando en nuestra alimentación (tiempo estimado de lectura: 6 minutos)
“Si no puedes pronunciarlo, ¡no te lo comas!” Vianey Pérez

Elisabeth Casanova García
Jorge Quiroz Valiente
afgha@hotmail.com
jorgequirozvaliente@hotmail.com
La agricultura en México tiene una baja participación en el PIB nacional, que es de apenas 4%. Los productos agropecuarios están en la base de un gran número de actividades comerciales e industriales. Si se considera la producción agroindustrial, la contribución sectorial al PIB de México se duplica sobradamente, superando 9%. Además, a diferencia del producto agrícola primario, en los países desarrollados e incluso en algunos países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, el aporte de la agroindustria en el PIB llega a ser dos o tres veces mayor que el de la producción primaria.

La población rural desarrolla crecientemente actividades diferentes a la agricultura, como el comercio local, la artesanía, la extracción de materiales, el ecoturismo, los servicios ambientales o el trabajo asalariado en diversas ocupaciones, entre otras.

Según los datos del Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 2% de la población mexicana vive con 1.25 dólares al día, 4.8% vive con 2 dólares al día y 17.6% se encuentra por debajo de la línea nacional de pobreza alimentaria. Asimismo, 3.4% de niños menores de 5 años sufren malnutrición y 5% de la población se encuentra en el rango de prevalencia de subalimentación.

Una de las prioridades del desarrollo nacional de largo plazo es la sostenibilidad ambiental y la conservación de los recursos naturales. En un mundo en donde los nuevos desafíos derivados del cambio climático se suman a los problemas seculares de agotamiento, contaminación y deterioro de los recursos naturales. México es el cuarto país en el mundo con mayor diversidad biológica, con cerca de 30 mil especies.

El principal alimento en la dieta de los mexicanos sigue siendo el maíz, cada mexicano consume cada día 342 gramos, casi siete veces el promedio mundial (50 gramos por día), lo que muestra la fuerte especialización de la dieta mexicana. Por otro lado, el consumo medio de trigo en México es de 98 gramos diarios, algo más de la mitad del promedio mundial (184 gramos diarios) y el de arroz está muy por debajo del promedio de otros países que basan su alimentación en este cereal y es apenas la décima parte del promedio mundial, 14 gramos respecto de 148 gramos por día.

El consumo de frutas por habitante ha sido tradicionalmente elevado en México llega a 329 gramos por día, casi el doble del promedio mundial de 170 gramos diarios. En cambio, el consumo de hortalizas ha crecido lentamente y el nivel promedio en México es de solamente 159 gramos diarios, aproximadamente la mitad del promedio mundial de 320 gramos. Influido por el elevado consumo de refrescos embotellados, México tiene uno de los promedios más altos en consumo de azúcar, 132 gramos diarios, casi el doble del promedio mundial de 68 gramos por día. Un litro de refresco embotellado, cuesta alrededor de 10 pesos, es decir, las familias (incluso las más humildes) gastan cerca de mil pesos mensuales en este producto, casi el doble del gasto en tortillas. Particularmente en Tabasco, hay una gran variedad de frutas todo el año, como naranja, piña, guayaba, sandía, melón, papaya, guanábana y muchas otras frutas que se pueden consumir en jugos y aguas sin necesidad de la adición de azúcar por su naturaleza dulce. Incluso en la mayoría de las casas de la zona rural y semiurbana, las familias cuentan con varios árboles frutales que de manera casi gratuita les proveen y es donde se registra un mayor consumo de bebidas gaseosas, que no sólo merman la economía sino la salud de la población.

Estos hechos nos obligan a repensar nuestra alimentación, que debe estar basada en lo más fresco, lo disponible y saludable, fortaleciendo el consumo de frutas y verduras directamente de los productores. Ya existen programas gubernamentales y de la iniciativa privada enfocados a promover una alimentación y hábitos saludables, pero es cada familia que debe empezar en la propia casa.

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