Polinizadores, sembradores de vida (tiempo estimado de lectura: 5 minutos)
“Si matas una abeja, ten en cuenta que también matarás 10,000 plantas” E.C. García
Elisabeth Casanova García
Jorge Quiroz Valiente
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jorgequirozvaliente@hotmail.com
Actualmente, la producción mundial de miel es de 1.1 millones de toneladas, donde seis países como China, Estados Unidos, Argentina, México, Canadá y Alemania concentran la mitad del total. De acuerdo a SAGARPA (2016) se dedican a la apicultura cerca de 45 mil personas, quienes trabajan con 2 millones de colmenas. La miel es el aporte más conocido de las abejas; sin embargo, desde el punto de vista ecológico juegan un papel mucho más importante. En el mundo existen alrededor de 20,000 especies de abejas descritas; aunque la Apis mellifera que es la más conocida, aparentemente no tiene problemas de disminución de inventarios, en general, la situación actual de las abejas es preocupante, debido a que el censo poblacional ha disminuido drásticamente por el uso extensivo de pesticidas y agroquímicos en monocultivos que buscan potenciar su rendimiento productivo. En Estados Unidos, el número de colonias se ha reducido en un 45%, de tal modo que se estimó un descenso de 42 a 24 millones de colmenas de abejas en el transcurso de 60 años. Disminuciones de esta magnitud también se han reportado en Argentina.
La polinización es el movimiento del polen desde el órgano masculino (antera) a las partes femeninas receptivas de las flores (estigma). En la mayoría de los casos, la polinización de los ecosistemas terrestres sigue siendo uno de los servicios ecológicos más importantes, ya que sustenta la vida silvestre y las civilizaciones humanas. Los vectores de polen animal son necesarios para la reproducción de casi el 90% de las especies de angiospermas (plantas con flores). Además, uno de cada tres alimentos que consumimos se deriva de especies polinizadas por animales.
El cambio global ha afectado y seguirá afectando a todos los ecosistemas. La pérdida de hábitat y la homogeneización, junto con pesticidas, enfermedades y especies invasoras se han identificado como amenazas para los polinizadores a escala mundial. Se sabe que las abejas se originaron hace más de 130 millones de años. Las consecuencias de estos efectos son complejas, en algunos casos, el resultado es la extinción local.
Entre las muchas especies de insectos que sirven como polinizadores, las abejas, las moscas, las mariposas, las hormigas, los mosquitos, las chinches y las polillas han recibido la mayor cantidad de estudios en el contexto del cambio global. Aunque los estudios sobre las abejas han dominado la literatura sobre las interacciones planta-polinizador bajo el cambio global, no son los únicos.
En un estudio sobre cacao, se encontró que al menos 56 especies de ceratopogónidos (especies de mosquitos y chaquistes) proporcionan el 45.6% de todos los visitantes de flores de cacao en América, África y Asia. En los ceratopogónidos, ambos sexos utilizan el néctar de las flores para su alimentación, pero la hembra requiere, además, de alimento rico en proteínas, que obtiene a través de la picadura, para la maduración de sus huevos. Se alimentan de sangre de vertebrados, principalmente mamíferos y aves. La picada de los ceratopogónidos hematófagos es irritante y dolorosa, y en algunos lugares es tan frecuente que se considera una plaga para el hombre, el ganado y los animales silvestres; aparte de ser vectores de enfermedades como dengue, malaria, zika y otras más. Aún causando algunos problemas a los seres humanos, los polinizadores tienen una misión casi divina. Sin ellos, prácticamente no existiría el cacao ni otros cultivos y hay quienes podemos afirmar que una vida sin chocolate, no sería vida!
Nuestra visión hacia los “bichos” debería de cambiar. Por primera vez, la FAO lanzó el día mundial de las abejas este 2018. “Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad individual de proteger y tomar decisiones respetuosas hacia los polinizadores. Incluso cultivar flores en el hogar contribuye a este esfuerzo”
