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Alimentación y ¿cultura? (tiempo estimado de lectura: 6 minutos) “Nos hemos olvidado que curar el cáncer comienza con prevenirlo”. David Agus Elisabeth Casanova García afgha@hotmail.com Jorge Quiroz Valiente 917 1067165 Con el rápido desarrollo de la urbanización y la industrialización, han entrado al medio ambiente sustancias contaminantes que se relacionan con el cáncer. Existe la […]
29 de agosto de 2021

Alimentación y ¿cultura? (tiempo estimado de lectura: 6 minutos)
“Nos hemos olvidado que curar el cáncer comienza con prevenirlo”. David Agus

Elisabeth Casanova García
afgha@hotmail.com
Jorge Quiroz Valiente
917 1067165
Con el rápido desarrollo de la urbanización y la industrialización, han entrado al medio ambiente sustancias contaminantes que se relacionan con el cáncer. Existe la hipótesis de que la dieta puede influir en el riesgo de cáncer en humanos. Por otro lado, se ha postulado ya específicamente que algunos nutrientes pueden elevar o reducir el riesgo de cáncer. Resultados recientes no apoyan la creencia, por ejemplo, de que una alta ingesta de grasas y baja ingesta de vegetales son factores definitivos de riesgo de cáncer; otros factores como el sobrepeso, han tenidos más importancia en la aparición de esta enfermedad.

Sin embargo, es difícil encontrar relaciones específicas entre un alimento y el cáncer debido a que los alimentos contienen muchas sustancias. Por otra parte, la mayoría de las personas tienen una ingesta muy diversa, lo cual genera interacciones que son difíciles de estudiar. Además, los efectos de los alimentos o nutrientes pueden variar según la cantidad y la preparación de los mismos.

Durante finales del siglo XX, hubo mucha investigación sobre el papel de los alimentos vegetales en la reducción del riesgo de cáncer, con hallazgos inicialmente prometedores, aunque la evidencia que las frutas y verduras de forma independiente disminuyen el riesgo de cáncer se ha debilitado durante las últimas décadas. El Instituto Estadounidense para la Investigación del Cáncer (AICR) también clasificó como probable que el consumo de fibra dietética, que se encuentra en alimentos como cereales integrales, frutas y verduras, frutos secos y semillas, se asocia con un menor riesgo de cáncer colorrectal.

La Organización Mundial de la Salud que clasifica las sustancias en tres grandes grupos: Grupo 1: procesos industriales, compuestos químicos o grupos de los mismos que son cancerígenos para el hombre. Grupo 2: productos clasificados como probables carcinógenos para el hombre. Este grupo se subdivide en dos: 2A alta probabilidad cancerígena y 2B baja probabilidad cancerígena y Grupo 3: productos que no pueden considerarse cancerígenos para el hombre.

En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) clasificó el consumo de la carne procesada como cancerígena a los humanos (Grupo 1), y consumo de la carne roja como probablemente cancerígena a los humanos (Grupo 2A), basado sobre la evidencia de cáncer colorrectal. De los alimentos mencionados, las carnes rojas y procesadas son las que generan mayor preocupación con respecto al riesgo de cáncer. Las carnes rojas incluyen el cerdo, la res, la ternera y el cordero. La carne procesada incluye tocino, jamón, embutidos, carne seca, salchichas, y otros productos. El consumo de más de 350 gr de cualquier carne procesada y más de medio kg de carne fresca por semana está estrechamente asociado con el riesgo de cáncer. Como dato

curioso, la IARC clasificó como probablemente cancerígeno al glifosato (un agroquímico de uso muy difundido). Esto no significa que los productos no puedan ser usados: es necesario considerar las dosis o el tiempo al que las personas deben estar expuestas para que se pueda producir una enfermedad. Sin embargo, no por eso se concluye que todos los productos deban ser prohibidos, la clave está en el uso.

El efecto de la dieta en la adolescencia también se ha asociado con el cáncer de mama, al igual que algunos factores pueden actuar en las primeras etapas de la carcinogénesis, por lo que puede ser necesario un lapso de tiempo (período de latencia) para provocar un efecto sobre el cáncer. Por ejemplo, a partir de ensayos aleatorizados y datos de observación, el uso de aspirina reduce el riesgo de cáncer colorrectal, pero solo después de aproximadamente una década desde el inicio del uso.

Un patrón dietético que enfatiza la ingesta abundante de frutas y verduras, cereales integrales y bajo consumo de carnes rojas, alimentos procesados, azúcar y sal, pueden reducir el riesgo de cáncer (y muchas enfermedades). Esta educación en la forma de alimentarse debería iniciarse en la familia y ser un eje transversal en la educación formal, la administración de servicios de salud y la regulación de empresas alimentarias.

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