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No todo es información (tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “No puede haber libertad en una comunidad que carece de la información necesaria para detectar la mentira.” Walter Lippman Elisabeth Casanova García afgha@hotmail.com Jorge Quiroz Valiente jorgequirozvaliente@hotmail.com La libertad de expresión es un tema que ha generado controversia en las últimas semanas; constitucionalmente se establece […]
27 de septiembre de 2020

No todo es información
(tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“No puede haber libertad en una comunidad que carece de la información necesaria para detectar la mentira.” Walter Lippman

Elisabeth Casanova García
afgha@hotmail.com
Jorge Quiroz Valiente
jorgequirozvaliente@hotmail.com
La libertad de expresión es un tema que ha generado controversia en las últimas semanas; constitucionalmente se establece que “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado”. La vaguedad del texto da mucho que pensar, pues depende de la interpretación que se le dé. Ejercer la libertad de expresión en México es una actividad de alto riesgo, periodistas y personas defensoras de derechos humanos tienen que enfrentar condiciones de inseguridad pública, laboral y social para ejercer este derecho. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) alertó sobre la situación de violencia que experimentan los periodistas en México, al señalar que del 2014 al 2018 fue el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo a nivel global y en 2019 fue México el país más mortífero en el mundo para ejercer el periodismo.

Los problemas de la libertad de expresión en México están vinculados principalmente a dos factores: la crisis de seguridad, que afecta gravemente a los derechos humanos en diversas regiones del país y las formas autoritarias de los distintos niveles de gobierno; que han pregonado libertad de expresión, pero sigue habiendo “abuso del pódium”, con declaraciones estigmatizantes y de descrédito de autoridades hacia los comunicadores y medios de la prensa.

La relevancia de la prensa, hace algunos años, era el único medio para hacer visible la corrupción y el escándalo; en la era de Internet cualquier persona con cámara de video digital y conexión a Internet es un periodista potencial. Lo más grave, en la actualidad, es la sobreinformación a la que estamos sometidos. Por otra parte, las interacciones en redes sociales plantean nuevas oportunidades y retos para la comunicación interpersonal y, por añadidura, aumentar la libertad de expresión, con los problemas que esto puede acarrear.

En términos generales, en América Latina y el Caribe las telecomunicaciones han estado reguladas de manera separada y supervisadas por diferentes autoridades: mientras que la prensa escrita se ha visto relativamente libre de toda regulación. Las normas relativas a las comunicaciones (que cubren las telecomunicaciones y la radiodifusión), hoy son obsoletas. Como resultado, se cuenta con un conjunto confuso de normas.

En general, las redes sociales son un medio eficaz de difusión, pero cualquiera puede decir ocurrencias que no tienen ningún sustento, incluso algunos mensajes que circulan por plataformas como Facebook o whatsapp, aseguran que estudios, universidades o investigadores con nombre y apellido respaldan tal o cual información, que luego las instituciones deben desmentir; por desgracia, muchas personas hemos sido presa de los ciber-engaños. Es común dar por fidedignas estas fuentes de información, que no tienen ningún arbitraje.

Sin embargo, algunos países requieren una mayor cobertura de internet para mejorar la comunicación, pero definitivamente se requiere tener una formación que permita tener criterio suficiente, para distinguir la información válida de las redes sociales y evitar los “chismes cibernéticos”.

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