Agrotendencias
Cambio de los hábitos de consumo (tiempo estimado de lectura: 6 minutos) “Un problema bien definido, está medio resuelto” John Dewey Elisabeth Casanova García afgha@hotmail.com Jorge QUIROZ VALIENTE (917)106 7165 Colaboración especial de Jorge Quiroz Casanova Considerando las demandas nutricionales de las personas de la época en que fue creada, es lógico que la comida […]
2 de agosto de 2020

Cambio de los hábitos de consumo (tiempo estimado de lectura: 6 minutos)

“Un problema bien definido, está medio resuelto” John Dewey

Elisabeth Casanova García
afgha@hotmail.com
Jorge QUIROZ VALIENTE
(917)106 7165
Colaboración especial de Jorge Quiroz Casanova

Considerando las demandas nutricionales de las personas de la época en que fue creada, es lógico que la comida tradicional mexicana se haya caracterizado por ser muy energética. Sin embargo, en la actualidad ese contenido energético se ha convertido en un problema.

La competencia en un mercado abierto, con ofertas diversificadas, globalizado y con nuevas formas de distribución ha repercutido en nuestra dieta. En otros países, como los europeos, hay una orientación a mejorar la salud y una fuerte demanda de alimentos orgánicos, aunado a que la sociedad tiene un alto poder adquisitivo; en Estados Unidos, buscan que el producto capte consumidores a partir de que modifiquen sus preferencias. En el caso de México, pueden estar presentes dichas condiciones, pero lo dominante es el deterioro del ingreso, que lleva a la necesidad de adoptar nuevas estrategias de gasto familiar, aunque en algunos casos los cambios se pueden explicar a partir de la imitación otros países, o a la influencia de las empresas transnacionales que exportan modelos de consumo a todos los países. Si se toma en cuenta que, actualmente alrededor de 70% de la población mexicana es urbana, nos lleva a suponer que la actividad física de las personas ha disminuido.

El nivel de ingreso es una limitante para que la población aspire a una mejor situación alimentaria, lo que ocasiona una mayor disponibilidad de alimentos baratos, de baja calidad y más energéticos. La disponibilidad de recursos, actitudes y valores sociales que se encuentran supeditadas al ingreso y a las posibilidades de gasto, conducen a que un número menor de productos determine la dieta básica del país, concentrada en maíz, frijol, arroz y trigo, además de algunas verduras complementarias.

En momentos de crisis la población no reduce su consumo básico, pero disminuye cantidades, sacrifica calidad o elimina productos caros. Así, la oferta es aparentemente variada, pero no diversa en su composición, por lo que se reduce a pocos productos con presentaciones nuevas. Para las familias mexicanas, los cereales son el segundo grupo alimenticio al que más se destinan recursos, después del de las carnes, y en conjunto representan las principales fuentes de calorías y proteínas de la dieta. Productos como la tortilla de maíz, arroz, frijol, pan y pasta para sopas son la base y el aumento en el precio del frijol, limita en términos generales el consumo de proteína. De los 15 diferentes cereales o derivados, la tortilla de maíz y el pan blanco y dulce cubren casi 50% de los gastos en alimentación. Los estratos de más bajos ingresos destinan, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, alrededor de 25% al consumo de tortilla y 5% al pan; entre los estratos medios, el gasto para pan es de 27% y tiende a bajar el de la tortilla. Alrededor del 40% del ingreso total de una familia se destina a alimentación.

Como país, México es el campeón mundial en el consumo de refrescos y bebidas azucaradas. Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) indican que el mexicano promedio bebe 163 litros de refresco al año. Chiapas es la región del mundo donde más se consume Coca-Cola: en promedio, cada persona de la entidad bebe 821.25 litros por año.

Un dato curioso, México tiene el consumo per cápita en agua embotellada más alto en el mundo, dentro del mercado de bebidas sin alcohol (53%); mientras que los refrescos embotellados son el 36% y esto es básicamente por la desconfianza en el consumo de agua potable. La energía proveniente de las bebidas, representa 21% del consumo total de energía de adolescentes y adultos mexicanos. Esto es probable que se deba a que antes de la introducción de bebidas embotelladas, México tenía una gran tradición en el consumo de agua de frutas, por lo que el terreno estaba listo para la introducción de gaseosas. La creencia de que consumir agua o jugo de frutas es más saludable, también influye en la decisión. Un vaso de 200 ml de jugo de naranja aporta 94 kcal y 200 ml de refresco aportan 77 kcal. Ciertamente el jugo aporta además otros nutrientes, pero hay que poner atención a la ingesta de calorías.

El consumo excesivo de refrescos embotellados, ha afectado la salud de los mexicanos; sustituir los refrescos embotellados por aguas frescas, no representa una opción saludable y el primer lugar nacional en consumo de agua embotellada, hace suponer que las personas suelen tomar agua cuando no están en casa. Ahora que tenemos claro el problema…

Compartir: