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No hay más, ¡hay que ser formales¡ (tiempo estimado de lectura: 6 minutos) “El primer requisito de la civilización es el de la justicia” Sigmund Freud Elisabeth Casanova García afgha@hotmail.com Jorge Quiroz Valiente (917)106 7165 Colaboración especial de Jorge Quiroz Casanova Ahora que estamos en un momento que cambiará la historia de nuestro país y […]
26 de julio de 2020

No hay más, ¡hay que ser formales¡
(tiempo estimado de lectura: 6 minutos)

“El primer requisito de la civilización es el de la justicia” Sigmund Freud

Elisabeth Casanova García
afgha@hotmail.com
Jorge Quiroz Valiente
(917)106 7165

Colaboración especial de Jorge Quiroz Casanova
Ahora que estamos en un momento que cambiará la historia de nuestro país y particularmente la de Tabasco, hagamos un recuento de dónde estamos en el sector agropecuario.

El estado tiene 2’544,372 habitantes (2% de todo el país); 57.4% habita en la zona urbana y 42.6% en la rural; a nivel nacional el dato es de 76.9% y 23.1%, respectivamente. Datos de 2019 indican que el 52.8% de la población en edad de trabajar se encontraba ocupada y de ellos, en el sector primario se encontraban el 17% (59.7% agrícola, 32.8 pecuario 7.5% pesquero). El PIB de la entidad es de $504,951 millones de pesos (2.9% del PIB nacional) y el PIB del sector agropecuario es de $8,756 millones de pesos, es decir que solo aporta el 1.7% del PIB estatal. Los principales productos agrícolas son plátano, caña de azúcar, carne en canal de bovino, carne en canal de ave, mojarra y robalo.

De los datos anteriores, se entiende por qué el 53.6% de la población se encuentra en pobreza extrema (el 6° estado a nivel nacional). El total de habitantes en edad de trabajar es de 1’778,797 y la población económicamente activa (personas en edad de trabajar y que tuvieron la intención de hacerlo) es de 1’019,337 (57%). La población ocupada en el sector formal es el 34% y en el informal el 66%. Tabasco tiene el primer lugar de desocupación con el 7.9% (80,058 personas).

Por otra parte, el empleo informal incluye todo trabajo remunerado (p.ej. tanto autoempleo como empleo asalariado) que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos, así como también trabajo no remunerado llevado a cabo en una empresa generadora de ingresos. Los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, prestaciones laborales, protección social o representación de los trabajadores. Para hacer un comparativo con los datos de México (66%), otros países tienen porcentajes de empleo informal tan altos como Nicaragua con 75%, similares como Guatemala, con 60%, y menores como Brasil, que tiene una tasa de empleos informales del 41%. Chile tiene un 28%, Uruguay lidia con un 24% y España con 8.8%.

Estas cifras son alarmantes puesto que, en el país, alrededor del 60% de los empleos son informales. En los países de ingresos medios-bajos, casi todos los empleadores y trabajadores por cuenta propia se ven afectados, al ser economías donde los niveles de informalidad son elevados y los medios fiscales y el espacio normativo son limitados para responder a las necesidades de estas empresas y trabajadores por cuenta propia. Los trabajadores y las empresas en la economía informal son los más vulnerables durante este periodo. Para mitigar estos efectos económicos, los expertos recomiendan estimular la economía y el empleo, es decir debemos tratar de consumir lo más posible, ofrecer a las empresas ayuda financiera/fiscal y otros medios de alivio; esto es tarea que le corresponde a los gobiernos en sus distintos niveles, en ellos está proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo, no es de risa utilizar el cubreboca y tener acceso a agua y jabón y mentalizarnos para que los empleos que se generen en el país, sean empleos formales. Basta de evadir nuestras responsabilidades con el fisco, en esa medida exigiremos más del buen uso de nuestros impuestos.

Por último, también quienes acuden a los servicios de trabajadores informales sin darles un trato ni pago justo forman parte del problema, puesto que, si ya son víctimas de la negligencia de las autoridades, no es necesario que llegue alguien a menospreciar su empleo, a pesar de que muchas veces es bastante arduo y físico. Hay que pagar acorde al trabajo y no al salario mínimo, que no guarda ninguna relación con la realidad económica.

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