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¿Hacia dónde va el Tren Maya? (tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “Una vida cuyo sentido depende de la casualidad, no merece ser vivida” Víktor Frankl Elisabeth Casanova García afgha@hotmail.com Jorge Quiroz Valiente (917)106 7165Colaboración especial de Jorge Quiroz Casanova El Tren Maya ha sido un tema de debate desde que surgió como un comentario […]
14 de junio de 2020

¿Hacia dónde va el Tren Maya?
(tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“Una vida cuyo sentido depende de la casualidad, no merece ser vivida” Víktor Frankl

Elisabeth Casanova García
afgha@hotmail.com
Jorge Quiroz Valiente
(917)106 7165
Colaboración especial de Jorge Quiroz Casanova
El Tren Maya ha sido un tema de debate desde que surgió como un comentario al aire. No obstante, la idea ha llegado a un punto crítico y por ende, más realista, en el que se debe analizar a fondo lo viable que pueda ser. Aunque parezca prometedor desde el punto de vista económico, su beneficio es inversamente proporcional al cuidado del medio ambiente. De hecho, ese es el gran tópico, ¿qué pasará con las zonas que sean atravesadas por las vías?

Para entrar en contexto, la página oficial del proyecto establece que los objetivos del tren son los siguientes: Restaurar la conectividad biológica de áreas naturales para cuidar a los animales y la vegetación. Favorecer la conservación de los ecosistemas y los servicios ambientales. Rehabilitar los ecosistemas degradados, en especial en las Áreas Naturales Protegidas (ANP), entre otros; sin embargo no se han hecho los estudios de impacto ambiental.

Aquí entra la primera contradicción, debido a que el proceso de elaboración de la infraestructura de transporte atenta contra una inimaginable cantidad de hectáreas de áreas verdes, algunas incluso consideradas ANP o patrimonio de la humanidad. Además, los análisis de impacto medioambiental coinciden en que es necesaria una modificación en las raíces y tallo del proyecto y, a pesar de estar todo en su contra, las autoridades insisten en hacer caso omiso de todas las advertencias de los expertos que buscan reducir el riesgo que corren los ecosistemas.

Aunque las intenciones de lograr el desarrollo del olvidado sureste mexicano son buenas, abusar de los recursos naturales no es la mejor manera, especialmente si se toma en cuenta que esta época ha estado marcada por la tendencia de empresas y gobiernos a alternativas y decisiones que resulten más amigables con el ambiente. Evidentemente, la prioridad del gobierno en este proyecto no es dar un paso adelante en el camino a un país sustentable, se podría decir que va hacia atrás, pues adjunto al propio tren, el Tren Maya se valdrá de combustibles fósiles para su funcionamiento y, por si fuese poco, la industria petrolera mexicana no cuenta con la suficiente capacidad de producción para abastecer los requerimientos del gran vehículo, por lo que cierta parte del diesel deberá ser importado.

El Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) reconoció que ha operado para evitar que los cuatro tramos del Tren Maya adjudicados hasta la fecha sea sometidos a una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), requisito para cualquier obra de infraestructura desde hace 32 años.

La construcción y funcionamiento del Tren Maya generará impactos negativos sobre la biodiversidad de la región que se suma a la delicada situación que atraviesan actualmente los hábitats tropicales. El proyecto del tren prevé la construcción de una línea férrea de mil 500 kilómetros en Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, así como el establecimiento de 18 polos de desarrollo. El impacto ecológico y ambiental adquiere mayor relevancia una vez que esta región es la mayor reserva de áreas naturales protegidas y zonas de alta presencia de vestigios arqueológicos.

Tal como reza la frase que encabeza esta columna, algunas decisiones gubernamentales parecen apoyarse en el “¿a ver qué pasa?” y aprovechan la desinformación que también promueve.

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