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Necesitamos leyes para ser libres (tiempo estimado de lectura: 5 minutos) “Nada destruye más el respeto por el Gobierno y por la ley de un país que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución” A. Einstein Elisabeth Casanova García Jorge Quiroz Valiente afgha@hotmail.com (917)106 7165 Construir leyes y respetarlas es la forma […]
11 de agosto de 2019

Necesitamos leyes para ser libres
(tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

“Nada destruye más el respeto por el Gobierno y por la ley de un país que la aprobación de leyes que no pueden ponerse en ejecución” A. Einstein

Elisabeth Casanova García
Jorge Quiroz Valiente
afgha@hotmail.com
(917)106 7165
Construir leyes y respetarlas es la forma que hemos encontrado los seres humanos para convivir. El derecho a unirse con los conciudadanos en protesta o reunión pacífica es fundamental para que una democracia funcione. Lamentablemente, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a veces violan este derecho a través de medios destinados a frustrar la libre expresión. En la historia reciente, los desafíos al derecho a protestar han tenido muchas formas. En algunos casos, la policía toma medidas enérgicas contra las manifestaciones mediante arrestos masivos, uso ilegal de la fuerza o toques de queda. En otros lugares, las fuerzas del orden público limitan la expresión acorralando a los manifestantes en las llamadas «zonas de libertad de expresión». Incluso sin una obstrucción activa del derecho a protestar, las limitaciones a ese derecho o el temor a la intimidación policial pueden enfriar la actividad expresiva.

Sin embargo, también es cada vez mayor el número de manifestaciones, marchas, plantones y bloqueos que se presentan a nivel nacional y que conllevan el cierre de vialidades, carreteras, puentes y aeropuertos, igualmente se han incrementado las afectaciones que dichas manifestaciones generan a terceros representando una amenaza a otro derecho como lo es el libre tránsito.

A nivel internacional, países como Reino Unido, Egipto, España, Francia, Colombia, Rusia, EUA y Canadá reglamentan este tipo de expresiones con acciones sencillas como dar aviso a las autoridades con días de antelación sobre su realización, con beneficios de orden y respeto para quienes se manifiestan y quienes transitan en las calles. En el caso de Reino Unido se debe informar ruta, nombre y dirección de los organizadores; en Montreal y Egipto se prohíbe portar máscaras o tener el rostro cubierto durante las mismas.

Otras naciones que regulan las protestas públicas son Rusia y Francia con un matiz más estricto que otros países, la celebración de mítines y actos políticos no autorizados están prohibidos y son castigados con multas de hasta 6 mil dólares o 200 horas de trabajos forzados. Esta ley también sanciona a las personas que se cubran el rostro y realicen acciones no autorizadas. Francia sanciona con multas de hasta 19 mil dólares por desobedecer órdenes de dispersar una manifestación.

Cada vez se hace más evidente la necesidad de hacer valer la acción ciudadana en el ejercicio de nuestros derechos y obligaciones. Los videos que se difunden en las redes sociales sobre la falta del ejercicio de autoridad de los cuerpos policiacos y el abuso de algunos grupos para hacer plantones, o tomas de casetas de peaje, o la venta de animales en peligro de extinción en muchas

de las carreteras, sin que la autoridad haga algún intento por controlar esas acciones, ponen de manifiesto la creciente impunidad que sufrimos en el país.

El esfuerzo hecho por el congreso local, con la propuesta de la “ley garrote”, es un reflejo del hartazgo social generalizado. Sin embargo, como toda propuesta es perfectible, pero las críticas no se han hecho esperar y se basan principalmente en que es una ley hecha a modo, para que nadie se oponga a la construcción de la refinería de Dos Bocas, o que si es Tabasco el laboratorio para después lanzarla a nivel nacional. La realidad es que hace falta reglamentar al respecto. Si bien todos tenemos derecho a manifestarnos, también tenemos derecho a que se respete nuestra integridad. No olvidemos que nuestros derechos terminan donde empiezan los de otro ser humano.

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