A Bertha Ferrer
Por: Erwin Macario Ayer otra muerte sucesiva. Poco a poco nos vamos, amiga. Nada queda sino el recuerdo, nuestra inmortalidad. Tú, siempre humilde y amable en la cultura. Tu mano abierta más para dar que para recibir. Lo sabemos quiénes compartimos tu paso de martirio por la vida, Job sin quejarte, siempre fuerte ante todos […]
21 de octubre de 2013

Por: Erwin Macario
Ayer otra muerte sucesiva. Poco a poco nos vamos, amiga. Nada queda sino el recuerdo, nuestra inmortalidad.
Tú, siempre humilde y amable en la cultura. Tu mano abierta más para dar que para recibir. Lo sabemos quiénes compartimos tu paso de martirio por la vida, Job sin quejarte, siempre fuerte ante todos y ante ti.
Ayer, domingo, día de Santa María Bertila, ¿coincidencia en el nombre?, tu voluntad nos dejó físicamente. “Princesa de las aguas”, es Bertila en lengua siria; “espejo”, en lengua hebrea. ¿Otra coincidencia? Esa santa, amiga Bertha, maestra Bertha, tuvo una vida desgraciada y al ingresar a las Hermanas del Sagrado Corazón dijo a su maestra de novicias que ella quería ser santa.
En la cultura, lo sabemos, se ora a Dios, a la Creación. Se trabaja, se labora como toda tu vida, puede decirse, lo hiciste tú. Laborare es orare. Dama de nuestras aguas, Bertha Ferrer. Espejo de nuestros caminos en el arte y la cultura.
Y tu pie caminó suelos distintos en la cultura. Nunca tu oración fue la falsedad ni los versos carecieron de lozanía y juventud.
Escribo junto a mi altar donde, otra coincidencia, hay mayoría de santas. La postal de una virgen pintada por ti, virgen con niño, me acompaña desde tu exposición, reciente,  en el Planetario.
El gran Teo me enseñó a ver que eras una especie de madre en el templo de la cultura. A él lo retuviste para que no se fuera del taller literario y nos regalara una producción literaria que salva un poco este quehacer en Tabasco, junto con otros que hallaron, en parte, espacios en una revista como “Presencia”, tu presencia entre nosotros.
Desde hace tiempo supimos que estabas lejos de quienes compartimos tus sueños. La desaparición de la Casa Siempreviva, tu casa, tu obra, fue una de las causas. Se fue antes que tú. La misma enredadera que era sombra para todos en las tertulias y reuniones de amigos parecen estar muertas.
Sabíamos a tras mano de ti. De tu lucha permanente. Tus ojos, tu corazón, se mantuvieron firmes. Fortalecidos en lo que supiste dar. Alguien, un día, levantará la bandera de “Presencia”. Es necesaria una revista en la cultura en Villahermosa. Un esfuerzo como el que, otro grande, hace Marco Antonio Acosta y su “AlbatrosViajero”.
Hay esperanza. Tú, desde otra dimensión lo sabrás.
Hoy, te vamos a despedir físicamente, maestra. Pero vivirás por mucho en el recuerdo, lo inmortal que tenemos.
Y en esta despedida, va un poema que el eterno mexicano-español, debió escribir para ti.
Fue para ti, maestra Bertha. Hasta el nombre del poema le puso León Felipe. Te lo entrego en esta despedida.

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