Heberto Taracena Ruiz
El hombre creó normas
necesarias
para rallar senderos.
-hombre y mujer…-
De otra suerte,
no estaría el planeta
re poblado
por una mayoría
mulmillonaria
en cifras de habitantes.
Hoy somos tantos,
que pareciera
de imperante rigor
su auto regulación
a la deriva,
retorciendo la lógica
del apretujamiento.
El territorio no ha crecido
y vivir unos
arriba de otros
es de lo más usual.
Necesidad de plaza
clama la voz
de sus requirentes:
así entre vivos
como entre muertos.
Estos otrora
depositados
al interior de monumentos
suntuosos.
Hoy,
cajas sobre cajas,
a falta del terreno,
enciman el espacio.
El hombre se dio normas
para ordenar su vida,
más allá del instante
de la conservación,
y del instinto mismo.
Todo mundo lo intuye:
el hombre no es producto
de la casualidad.
Ese instante de siglos
y ese instinto profundo,
tradujeron familias
y éstas, a su vez,
la colectividad.
Entre una mayoría
que responsablemente
tiene en el subconsciente
reguardo de su origen,
hay una minoría
en cajas destempladas
de fiestas sin control,
haciendo y deshaciendo
por la auto destrucción.
Cunduacán, Tab., a 18 de enero de 2021.