Mascarriel
*AMLO: la 4T en la hora de la hora… *El momento crucial de todo gobierno en México… Mario Ibarra mibarra17@hotmail.com En México todo gobierno tiene su “momentum”, esto es, la circunstancia, la coyuntura que marcará su derrotero hasta el término de su periodo. “Punto de inflexión” o “punto neurálgico” le llaman los analistas que gustan […]
27 de abril de 2020

*AMLO: la 4T en la hora de la hora…
*El momento crucial de todo gobierno en México…

Mario Ibarra
mibarra17@hotmail.com
En México todo gobierno tiene su “momentum”, esto es, la circunstancia, la coyuntura que marcará su derrotero hasta el término de su periodo.
“Punto de inflexión” o “punto neurálgico” le llaman los analistas que gustan recurrir a citas culteranas.

Se trata sencillamente de la hora en que a un gobierno le salen al paso imperativos no previstos, positivos o negativos, que lo obligan a tomar la Gran Decisión.
Ese “momentum” ha llegado para el llamado gobierno de la 4T, y de las determinaciones que está tomando para enfrentar la crisis sanitaria del Coronavid-19 y de la crisis económica no menos ominosa y angustiante que trae aparejada depende, insístase, su futuro como proyecto de nuevo régimen, pero también el de la nación…

ECHEVERRÍA…
Cabe revisar someramente la historia de los sexenios presidenciales en México para entender cabalmente esta hipótesis de trabajo.
Por ejemplo, el de José López Portillo.

El sexenio de Luis Echeverría había sido catastrófico.
La primera devaluación del peso en cuatro décadas; nuestra moneda pasó de 12.50 a 28 pesos por dólar.
Al final del sexenio de Díaz Ordaz, la deuda externa será de 4 mil millones de dólares.
Echeverría la disparó a 24 mmdd.

Y lo peor: le entregó a JLP un país dividido, frustrado y en su peor crisis económica en 50 años.
Allí inició la era de las temibles “crisis sexenales”, que consistían en entregar un país políticamente inestable y desorientado y una economía en pedazos…

EL APOSTADOR…
López Portillo fue candidato único a la presidencia.
Por supuesto, arrasó en las elecciones.
Pero el horno no estaba para bollos.
Gabriel Zaid, en el capitulo “Un presidente apostador”, de su libro La economía presidencial (Ed. Vuelta, 1987), lo explica clara y profusamente:

“Por entonces, mucha gente daba por supuesto que el sistema político mexicano ya no tenía compostura. En esas circunstancias, José López Portillo hizo una apuesta descomunal. Se la jugó (como tanto le gustaba decir) a una carta audaz: a pesar de que no tenía equipo político, ni apoyos propios; a pesar de que Luis Echeverria, su amigo y compañero de muchos años, acababa de regalarle la sucesión presidencial y trataba de encajonarlo de múltiples maneras para que fuera un sucesor dócil, rompió con él abiertamente y buscó sus propios apoyos, conciliando la cima de todas las pirámides, para asegurarse la cima de las cimas, restaurando la alianza tripartita que arruinó Echeverría. La Nueva Alianza para la Producción, bajo la forma de un programa económico, fue ante todo un programa político. (…) Y hay que decirlo: se la jugó y ganó. El sistema supuestamente IRREPARABLE echó a andar de inmediato…”
La larga cita de Zaid se justifica…

EL SUERTUDO…
La disertación con que JLP propuso la Nueva Alianza para la Producción, fue un gran discurso, “escuchado por millones de personas”, subraya el mismo Zaid.
Fue una pieza oratoria de Estadista. Arrebató a la multitud.

Asumió lo que estaba mal. Dijo que había que cambiar lo que no funcionaba y dijo cómo hacerlo.
Su sexenio, dijo López Portillo, se “dividiría en tres bienios: dos años de arranque, dos de consolidación y dos de crecimiento acelerado sobre bases ya firmes”.

Pero, terminado el victorioso bienio del arranque, con el país entero considerándolo un gran presidente, un héroe en vida, se emborrachó con ese éxito inicial, agigantado por los descubrimientos de las grandes reservas de petróleo en Tabasco y el yacimiento gigante de Cantarell, del que en 1978 se tenían ya, si no aún la certeza, sí prospecciones muy prometedoras.
“Lo imperdonable es lo que siguió -anota de nuevo Gabriel Zaid-: elevar el monto de la apuesta, sin consolidar las ganancias”.

La nueva realidad, las enormes perspectivas que se abrían, exigía, dice Zaid “reconsiderar el plan y diversas alternativas posibles de un modelo econométrico”.
En vez de ello, en ningún momento López Portillo informó que se proponía “prolongar el arrancón sin pausa alguna”.

“Se dejó llevar por lo que parecía una buena racha interminable, sin saber realmente a lo que estaba jugando”, concluye Zaid, cuando “era el momento de considerar (subir) el precio del dólar, (revisar) las tasas de interés, el precio interno del petróleo…
“También era el momento de repartir la bonanza por un método más directo, más efectivo y menos inflacionario que los empleos-Cadillac: repartir a partes iguales entre todos los ciudadanos, el 5% del producto nacional. Esa distribución directa elevaría muchísimo el consumo de los mexicanos más pobres…”

Pero para 1978-79 “las reservas probadas de hidrocarburos se multiplicaron: alcanzaban ya para 60 años de producción. Eso parecía cambiar todo el cuadro: permitir un subsidio ilimitado para más de los mismo”, remata Zaid.
(Recordamos, por nuestra parte, que los subsidios estatales siempre tienden, irremediablemente, a favorecer a los grupos más privilegiados).

Y concluye: “para el sexto informe (de JLP) los subsidios habían llegado a ser nada menos que el 15 por ciento del producto interno bruto. Esa cantidad, repartida a partes iguales entre todos los ciudadanos, borraría de golpe la miseria. Equivalía a casi 10 mil pesos mensuales por familia, que es una cantidad fabulosa para las familias más pobres: les permitiría equiparse y multiplicar su consumo”.

JOLOPO…
La apuesta de López Portillo es un gran ejemplo, elocuente, aleccionador y doloroso, de lo que le puede costar a la nación una mala decisión presidencial.
Al final de su mandato, López Portillo, había devaluado el peso (al que juró defender “como un perro”) en 300%.

Había elevado la deuda externa hasta los 80 mil millones de dólares:
Era un presidente no solo devaluado, sino cretinizado, objeto de la mofa popular y del escarnio multitudinario.
Incapaz de asumir su fracaso, buscó chivos expiatorios ¡y los encontró!: los banqueros.

La expropiación y estatización de la banca nacional fue el germen, la causa original del FOBAPROA, su costo final.
(Por falta de espacio, no reproducimos aquí el discurso de JLP ante el Consejo de Administración de Pemex el 2 de agosto de 1977. Imprescindible en estos tiempos. Lo haremos en nuestra próxima entrega).

DE LA MADRID…
Al inicio del tercer año de gobierno, López Portillo equivocó la apuesta y así nos fue.
Al final le entregó a Miguel de la Madrid un país políticamente a la deriva y con la economía hecha añicos: 80 mil millones de dólares en deuda y vacías las arcas del Banco de México.

Y de ahí pa´l real.
De la Madrid, hombre parco y temeroso, político mediocre aunque ordenado, conducía el navío llamado México en medio de la tempestad…Y que desde las entrañas de la tierra nos sacude brutalmente el sismo de 1985.
El gobierno de don Miguel entró en pasmo.

Ante la ausencia del Estado, del entresijo de la masa, surgió la Sociedad Civil y tomó el liderazgo social, político y anímico de la nación maltrecha.
Ahí acabó el mando moral y político del Presidente.
El resto de su sexenio fue conducir la barca en la deriva de una corriente histórica cada día más procelosa.

Le entregó a Salinas de Gortari un México tambaleante como nación y con una economía en quiebra: 100 mil dólares de deuda externa y cero pesos en las bóvedas del Banco de México…

CARLOS…
Salinas, político capaz (de su catadura moral y su bagaje ético no hablemos), preparado para gobernar y ejercer el poder, tenía proyecto, estrategia y equipo humano para implantar un nuevo modelo de país, enmarcado en lo que se llamó el “liberalismo social”.

Con grandes transformaciones políticas, sociales y económicas, durante 5 años presidio un sexenio de ensueño.
En diciembre de 1993 su nivel de aprobación rayaba en el 70%.

Su gran error: enterado desde el principio de su sexenio de los reparativos de la guerrilla en Chiapas, menospreció el asunto, lo mantuvo oculto para que el tema no le estropeara sus negociaciones para el TLC.
Triste fue su despertar el de enero de 1994.

El EZLN había tomado san Cristóbal las Casas y anunciaba su marcha sobre la ciudad de México para “derrocar al supremo gobierno”.
Y de ahí pa´l real la avalancha: el asesinato de Luis Donaldo Colosio, de Ruiz Massieu, la renuncia de Carpizo en Gobernación.

Llegamos a las vísperas de relevo presidencial con el EZLN en armas (aunque ya controlado), la política en tensión y la economía “prendida con alfileres”: el monto de la deuda de los tesobonos superaba las reservas del Banco de México.
Y vino el acabose…

ERNESTO…
Zedillo le pidió a Salinas, a fines de noviembre, que devaluara el peso en un 25%.
Salinas se negó y le dijo que era mucho más adecuado que lo hiciera el nuevo gobierno y le propuso que mantuviera a Pedro Aspe en la secretaría de Hacienda, para darle alguna tranquilidad a los mercados financieros internacionales.

Zedillo se negó, nombro titular de Hacienda a Jaime Serra Puche, que no tenía los tamaños internacionales, ni la experiencia ni la capacidad necesarísimas en la coyuntura.
Y vino el “error de diciembre” (que en realidad sucedió a finales de noviembre).

Zedillo tomó posesión con la economía derrumbándose.
Fue una catástrofe que le costó la mitad de su patrimonio a 3 de cada 4 familias mexicanas. (los otros se hicieron más ricos). El dólar se fue a las nubes.

El sello fatal fue el FOBAPROA…

FOX…
Así, el “momentum” de Zedillo sucedió días antes de que se ciñera la banda presidencial.
Una mala decisión y todo se fue al carajo.
El resto del sexenio lo dedicó a corregir la catástrofe.

Lo hizo de manera notable, hay que decirlo.
Enderezó la economía, ensanchó los espacios democráticos. Fue pieza decisiva en la preparación de la transición democrática y la salida del PRI de Los Pinos.
Le entregó a Fox un país políticamente estable.

Y más aún: animoso, tonificado, casi entusiasta.
Y lo extraordinario: cerró la espiral atroz y nefasta de las crisis sexenales. Logro nunca suficientemente ponderado…

CALDERÓN Y PEÑA…
El “momentum” de Fox duró todo su sexenio. Nunca pudo dotar al país de un rumbo preciso y de una narrativa convincente.
El “momentum” de Calderón fue la declaratoria de guerra al crimen organizado. En la ciénaga sangrienta que fue su consecuencia, aún nos debatimos.
El “momentum” de Peña Nieto le ocurrió con Ayotzinapa y la “casa blanca”.
A partir de ahí todo fue rodar cuesta abajo…

AMLO…
El momentum de la llamada 4T y del presidente López Obrador ha llegado. Es hoy.
Desde diciembre del 2018 sostuvimos en este espacio de RUMBO NUEVO que sería hasta diciembre del 2020 en que sabríamos con certeza de qué iba la 4T.

Será un poco antes.
El coronavid y la crisis económica que es ya su consecuencia lo han cambiado todo.
El Presidente ha reiterado que la solución está en sostener los principios, las prioridades y las estrategias de la 4T.

Hace una semana destacó en 38 puntos, todos ellos contenidos en el Plan Nacional de Desarrollo, las medidas de resistencia y de éxito ante las crisis sanitaria y económica.
El sábado dio a conocer un decálogo que es una reiteración de lo anterior.
“El modelo mexicano será paradigma en el mundo”, ha dicho.

“La economía va a caer, pero la recuperación será rápida”, sostuvo el sábado.
Ha menester consignar que al respecto hay dudas, reservas e incertidumbre en visibles y nada estrechas capas de la sociedad.

El señalamiento más copioso de parte de los expertos, la comentocracia, los organismos empresariales y parte de la opinión pública, es la desprotección al universo de la PYMES, que generan el 70 por ciento del empleo y el 60 por ciento del PIB, de donde el gobierno recauda la mayor parte de sus impuestos.

Como sea: AMLO y su 4T sostienen el rumbo: “voy derecho y no que quito y no respondo chipote con sangre”.
Es la hora.
Lo mejor para el país, para todos, para usted y para mi y para nuestras familias es que, contra lo que descreen muchos mexicanos, AMLO acierte, y todo salga como nos dice que resultará.

Sería poco menos que un milagro. Y quítele el menos.
Antes de agosto lo sabremos…

AIRES DEL TRÓPICO…
Allá en la mera patria chica del “preciso”, el gobernador Adán Augusto López Hernández se vió obligado a ponerse serio y enérgico.
Y es que los paisanos del Presidente son reacios a las medidas disciplinarias que impone a todos la lucha contra el contagio del maldecido bicho.
Su secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez, saltó a la fama nacional al aplicar una elocuente firmeza y dotes de convencimiento a los remisos a protegerse y a respetar los demás.
Por otro lado, los corresponsales de MASCARRIEL en Tabaco nos hacen llegar un video en el que, el secretario de Mobilidad, Narciso Oropeza, luce preciso, conciso y macizo al calificar al servicio de transporte público en esa entidad: “no les interesa ni la crisis, ni el pasaje ni el estado de sus unidades: les importa sólo el subsidio estatal, del que han mayormente medrado desde siempre”. A palos salen las hicoteas, dicen por allá…

“Ni Noé tuvo tantos problemas para organizar a tanto animal”.
De las redes.

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