De hablar claro y mente despierta, Don Agenor fue, y será ahora para siempre, una de las mentes más lúcidas de Tabasco. Escritor y poeta por naturaleza, practicó en verso y en prosa una ironía fina, determinante y concluyente, que a muchos llenaba de regocijo. Periodista y analista de lujo, deambuló la más de las veces, por la línea de la crítica sin temor alguno y, como abogado y maestro universitario, seguramente sus alumnos recordarán su fuerte carácter y su agudeza de pensamiento.
Casado con Doña Gaba, hicieron una pareja sin paralelo en el intelecto tabasqueño y cuando Doña Gabriela partió, él empezó a morir también, lenta y dolorosamente. Nunca imaginó Don Agenor, cómo le pesaría esa ausencia.
Escribió en diversas épocas en Rumbo Nuevo, en todas ellas, fortaleció y enriqueció sus páginas, al igual que su esposa. De ambos siempre nos sentiremos orgullos y por supuesto los extrañaremos recordando sus increíbles lecturas, pensamientos liberales y, sobre todo, la crítica mordaz y audaz que lo caracterizaba.