Día de Muertos, una tradición que persiste
Las calaveras son rimas, versos chuscos que se hacen en México a los amigos, conocidos o bien a políticos, como parte del Día de muertos. Jesús Martell Chagoya Rumbo Nuevo El  2 de Noviembre se festeja el día de muertos, día en el que se recuerda a los seres queridos que han muerto, se hace […]
1 de noviembre de 2012

Las calaveras son rimas, versos chuscos que se hacen en México a los amigos, conocidos o bien a políticos, como parte del Día de muertos.

Jesús Martell Chagoya
Rumbo Nuevo
El  2 de Noviembre se festeja el día de muertos, día en el que se recuerda a los seres queridos que han muerto, se hace fiesta y comida en los panteones de todo México. Las calaveras, es una forma de expresión a la muerte, con un carácter de sátira… se escriben sobre personajes conocidos en la sociedad… Se escriben en estrofas de cuatro versos con rimas en los versos pares.

-En este día vienen los muertos
a festejar su día
y con pan y música van hacer
Bailar sus huesos.

-Ahí viene la calaca
Cuida tu espalda
Que por ahí es donde te agarra.

-Vete a dormir maldito
dijo la muerte a gritos.
Ni muerto dejas de twitear
seguro me vas a matar.
Duerme ya, descanso eterno
quisiera tu alma gozar.
Suelta el infame teclado
¿será que estás zafado?
Calla maldita calaca
lárgate maldita flaca
y déjame retwitear
lostwits de mi red singular.

Para los que no saben

Para mis amigos extranjeros, por si aún no lo saben:
Las calaveras son rimas, versos chuscos que se hacen en México a los amigos, conocidos o bien a políticos, como parte del Día de muertos. En esas rimas se muestran escenas que ocurren imaginando ya muerta a la persona a quien se dedican
Las  tradicionales calaveras antiguamente conocidas como panteones,  nacieron en el siglo XIX a modo de epitafio burlesco dedicado a los amigos y a otras personas; cumple además la función de expresar lo que en otras oportunidades sería difícil decir. Las calaveras fueron frecuentemente censurados o destruidos por la policía en la época colonial, ya que, por lo dicho anteriormente, también servían como medio para expresar descontento con los políticos de la época.
Se vinculan los dibujos que acompañan los versos a un personaje natural de Tepotzotlán llamado Madre Matiana o Madre del Espíritu Santo, quien no era monja realmente ya que jamás profesó el catolicismo; posiblemente tal mote haya surgido del hecho de que ella  servio en el Convento de San Jerónimo como sirvienta.

Características

Son versos irreverentes, escritos a modo de epitafios, retratando a las personas como si estuvieran muertas. Se utilizan para canalizar sentimientos que en otro contexto sería difícil expresar. Suelen acompañarse de dibujos de calaveras.

Quien quiera gozar de veras/
y divertirse un ratón, /
venga con las calaveras/
a gozar en el panteón./

Las  calaveras son de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de noviembre, comienza desde el 1 de noviembre, y coincide con las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los santos.
Es una festividad mexicana, que se celebra también en algunos países de América Central, así como en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco ha declarado la festividad mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.1 El Día de Muertos es un día festejado también en Brasil, como Dia dos Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas que la festividad mexicana.

Orígenes de día de muertos

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la «Dama de la Muerte» (actualmente relacionada con «la Catrina», personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
La vida y la muerte son un símbolo emblemático que ha causado admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la vida, la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ellas.
De cualquier modo, hay que destacar que esta celebración no es propia de todos los mexicanos puesto que, pese a ser una fiesta que se ha convertido en un símbolo nacional y que como tal es enseñada (con fines educativos) en las escuelas del país, existen muchas familias que son más apegadas a celebrar el “Día de todos los Santos” como lo hacen en otros países católicos.

Halloween influencia extranjera

La fuerte influencia de los Estados Unidos que, al menos en zonas fronterizas, se evidencia con la presencia de la fiesta conocida como Halloween, la cual se celebra cada año con más frecuencia y en un mayor número de hogares. De ahí también que exista una inquietud entre los propios mexicanos de querer preservar el Día de Muertos como parte de la cultura mexicana sobre otras celebraciones parecidas.
Sin embargo muchos mexicanos consideran que el día de muertos al ser una fiesta sincrética es capaz de convivir y adoptar otros festejos no tradicionales de manera sana, permitiendo el uso de los disfraces, sin restar su importancia cultural y ni poner en riesgo su existencia en México.
La celebración en el mundo prehispánico
Para los antiguos mesoamericanos, la muerte no tenía las connotaciones morales de la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.
De esta forma, las direcciones que podrían tomar los muertos son: El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos generalmente se incineraban, los predestinados a Tláloc se enterraban, como las semillas, para germinar.
El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala mesoamericana de valores, habitar el Omeyocan era un privilegio.
El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los mexicas. Para ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.
El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.
El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chicunamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro llamado xoloescuincle(raza canina sin pelo), el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.
Detalles de un altar de muertos.
Los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.
Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma, era muy variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.
Las fechas en honor de los muertos son y eran tan importantes que les dedicaban dos meses. Durante el mes llamado Tlaxochimaco se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuitontli o fiesta de los muertitos, alrededor del 16 de julio. Esta fiesta iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos, y se hacían ofrendas al árbol durante veinte días.
En el décimo mes del calendario se celebraba la Ueymicailhuitl o fiesta de los muertos grandes. Esta celebración se llevaba a cabo alrededor del 5 de agosto, cuando decían que caía el xócotl. En esta fiesta se realizaban procesiones que concluían con rondas en torno al árbol.
Se acostumbraba realizar sacrificios de personas y se hacían grandes comidas. Después, ponían una figura de bledo en la punta del árbol y danzaban, vestidos con plumas preciosas y cascabeles. Al finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar la figura, se derribaba el xócotl y terminaba la celebración. En esta fiesta, la gente acostumbraba colocar altares con ofrendas para recordar a sus muertos, lo que es el antecedente del actual altar de muertos.

Las almas van al Inframundo

Desde antes de la llegada de los españoles, antes de que la religión católica fuera impuesta en Mesoamérica, muchas de las culturas prehispánicas tenían la creencia de una vida después de la muerte. De acuerdo a la cultura maya, cuando una persona moría, su alma iba al “inframundo” (conocido por ellos como Xibalbá). Según sus creencias, para llegar a este lugar, las almas debían de cruzar un río con la ayuda de un xoloitzcuintle (raza de perro); es por eso que dentro de los ritos funerarios de los mayas se encontraba el de enterrar a un perro de esta raza junto con la persona fallecida, de lo contrario, correría el riesgo de no llegar a Xibalbá y quedarse en el camino.
Después, esta creencia se vio reafirmada con la introducción a la cultura de la religión católica; de acuerdo a la religión católica (religión predominante en México) existe la idea de un cielo y un infierno a donde las almas se dirigen cuando uno muere (dependiendo de su comportamiento en vida), es decir, la creencia de una vida después de la muerte.

Patrimonio de la Humanidad

En ceremonia llevada a cabo en París, Francia el 7 de noviembre de 2003 la Unesco distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. La distinción por considerar la Unesco que esta festividad es: «…Una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país.»
En el documento de declaratoria se destaca: «Ese encuentro anual entre las personas que la celebran y sus antepasados, desempeña una función social que recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo y contribuye a la afirmación de la identidad…» «…Aunque la tradición no está formalmente amenazada, su dimensión estética y cultural debe preservarse del creciente número de expresiones no indígenas y de carácter comercial que tienden afectar su contenido inmaterial.»

Calaveras literarias.

Se les llama así tanto a las rimas, versos satíricos como a los grabados que ilustran calaveras disfrazadas o bien de dulces: Rimas. También llamadas «calaveras», son en realidad epitafios humorísticos de personas aún vivas que constan de versos donde la muerte (personificada) bromea con personajes de la vida real, haciendo alusión sobre alguna característica peculiar de la persona en cuestión.
Finalizan con frases donde se expone que se lo llevará a la tumba. Es muy común dedicar las «calaveritas» a personajes públicos, en especial a políticos en el poder. En muchos casos la rima habla del aludido como si estuviera ya muerto.
Grabados: Litografías, generalmente del Maestro José Guadalupe Posada, que aunque no dibujó específicamente para Día de Muertos, sino eran caricaturas con que colaboraba en diferentes publicaciones de principios del siglo XX en México se usan en estas fechas por sus alusiones a la muerte festiva.
De dulce: Son dulces en forma de cráneo, generalmente realizadas de dulce de azúcar, chocolate, amaranto, gomita, entre otros. Generalmente son vendidas en los tradicionales mercados denominados «Todos Santos» además de tiendas comerciales, tianguis.
Simbolismo. Las Calaveras de dulce, tienen escritos el nombre del difunto (o en algunos casos de personas vivas, en forma de broma modesta que no ofende en particular al aludido) en la frente, son consumidas por parientes o amigos.

Pan de muerto platillo especial

El Pan de muerto. Platillo especial del Día de Muertos. Es un panecillo dulce que se hornea en diferentes figuras, desde simples formas redondas hasta cráneos, adornado con figuras del mismo pan en forma de hueso y se espolvorea con azúcar.
Las Flores. Durante el período del 1 al 2 de noviembre las familias normalmente limpian y decoran las tumbas con coloridas coronas de flores de rosas, girasoles, entre otras, pero principalmente de Cempaxúchitl, las cuales se cree atraen y guían las almas de los muertos. Casi todos los panteones son visitados.
La Ofrenda y la visita de las almas. Se cree que las almas de los niños regresan de visita el día primero de noviembre, y las almas de los adultos regresan el día 2. En el caso de que no se pueda visitar la tumba, ya sea porque ya no existe la tumba del difunto, o porque la familia está muy lejos para ir a visitarla, también se elaboran detallados altares en las casas, donde se ponen las ofrendas, que pueden ser platillos de comida, el pan de muerto, vasos de agua, mezcal, tequila, pulque o atole, cigarros e incluso juguetes para las almas de los niños. Todo esto se coloca junto al retrato de los difuntos rodeados de veladoras.
Ofrenda mixteca de Día de Muertos.  Artículo principal: Altar de muertos. Los materiales comúnmente utilizados para hacer una ofrenda de muertos para el Día de Muertos, tiene un significado, y son entre otros:
Retrato de la persona recordada: El retrato del difunto sugiere el ánima que los visitará la noche del 2 de noviembre.
Pintura o cromo de las Ánimas del Purgatorio: La imagen de las ánimas del purgatorio sirve para pedir la salida del purgatorio del alma del difunto por si acaso se encontrara ahí.
Doce cirios: Aunque pueden ser menos, tienen que ser en pares, y preferiblemente de color morado, con coronas y flores de cera. Los cirios, sobre todo si son morados, son señal de duelo. Los cuatro cirios en cruz representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa aparte de agua y sal.
Flor de cempasúchil (o flor de cuatrocientos pétalos): Su color representa la luz como los rayos del sol y al regarla en forma de camino se le indica a las almas el rumbo por el cual se le guía a casa.
Cruz de tierra: Para recordarle su fe, ya que el Miércoles de Ceniza se le dice la frase: «Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás», con lo que se le recuerda que regresa a la tierra de la que salió.
Calabaza en tacha: Este fruto ocupa un lugar privilegiado tanto en la cocina tradicional prehispánica como en la actual. Es parte de la tetralogía alimenticia del país, al lado del maíz, el frijol y el chile. De ella se aprovecha todo: tallos, guías, flores, frutos y semillas. En el altar se prepara como dulce: cocida con azúcar, canela, tejocotes, trozos de caña de azúcar o con otros ingredientes, según el gusto de quien cocine.
El dulce cristalizado se llama calabazate. La preparación de la calabaza en tacha consiste en introducir dicho fruto en un cesto de palma que se confita en las calderas donde se fabrica el azúcar. Esta es la forma tradicional, pues en las antiguas máquinas de los ingenios se hacía la concentración del guarano o jugo de caña en dos calderas cónicas, colocadas sobre un solo horno (la mancuerna); una de las calderas era la malera, y la otra la tacha. En la actualidad se prepara cocida en miel de piloncillo o panela, antiguamente llamada también tacha para bendecir las casas.
Papel picado: También se suelen adornar las ofrendas con papel picando que es una artesanía mexicana que se elabora con papel de china recortado con figuras de esqueletos y calaveritas.

Compartir: