58 años de la ATP
Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia. Gabriel García Márquez 070996 Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las […]
30 de septiembre de 2014

Nadie que no haya nacido para eso
y esté dispuesto a vivir sólo para eso
podría persistir en un oficio tan
incomprensible y voraz, cuya obra
se acaba después de cada noticia.
Gabriel García Márquez 070996

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com

Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común, y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo. El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde, sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo era.

Gabriel García Márquez, periodista, dijo esto en su discurso El mejor oficio del mundo, el 7 de octubre de 1966, en una asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa.

El gran Gabo analizaba las fallas que el periodismo ha acumulado, a pesar de la academia, de las universidades, y plantea lo que es llamado nuevo periodismo iberoamericano, cuyo “objetivo final debería ser el retorno al sistema primario de enseñanza mediante talleres prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas, y en su marco original de servicio público. Es decir: rescatar para el aprendizaje el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde”.

Explica el también novelista —el ,más grande de América— que “un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una especialidad específica –reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión, y tantas otras– bajo la dirección de un veterano del oficio”.

Y esto fue, ayer lunes, el diálogo, interrumpido, que inició la periodista Ana Arana, dentro de los festejos por los 58 años de la Asociación Tabasqueña de Periodistas (ATP), a cuya comida asistió el gobernador Arturo Núñez.

El liderazgo de prensa
En la columna de ayer quedaron pendientes varios asuntos. Lo de los laudos laborales y las fotografías de Tomás Rivas Pérez. La verdad, también el tema del secuestro y muerte del diputado federal Michel. Se comentarán…

Al grano, pues, con lo de prensa, que es el tema de hoy: en la exposición fotográfica que da una versión del inicio de la lucha emprendida por Andrés Manuel López Obrador, que lo llevó desde los campos petroleros hasta la candidatura presidencial, la presentación, a nombre del Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), estuvo a cargo de Hugo Angulo Fuentes, que señaló: “Las imágenes del periodismo conectan con el lector en varios sentidos; con la esperanza del pueblo, con sus ilusiones, con sus gustos, con sus dolores, con sus heridas, con sus vicios, con sus proyectos, con la indignación, con los aciertos, con los placeres…”.

Destacó el orador una frase de Martin Keene, autor de Práctica de la fotografía de prensa: una guía para profesionales: “un fotógrafo de prensa tiene una butaca de primera fila en la historia. La cámara puede ser testigo de una revolución que afecte a un país –incluso al mundo- o consignando las ideas y venidas de una comunidad local” y señaló que “con esta exposición fotográfica, Tomás Rivas, intentará explicar cómo sacarle el mayor partido posible a este asiento preferente frente a la historia”.

En el panorama socio histórico cultural, económico y político en que transitamos; las imágenes representan significaciones y simbolismos que determinan nuestra manera de mirar, nuestra manera de pensar, nuestro estilo de actuar, decidir, permanecer, crecer o estancarse, dijo Hugo Angulo Fuentes.
Cierto, fotógrafos y periodistas in situ, no esperando boletines, tienen lugar preferente en la historia cotidiana. Cómo la cuentan, es otra historia.

En el evento cultural, inaugurado en el Instituto Juárez, también se abrió una muestra de caricaturas, obra de Abelardo Martínez Pineda, por eso el presentador dijo: “En las exposiciones visuales que hoy inauguraremos, hay historia, hay información, hay recuerdos, hay preguntas aún sin respuestas, hay motivaciones y sentidos aún no descubiertos, hay vida, hay sabiduría de dos ciudadanos que han dedicado parte de su vida y talento, para liderar parte del pensamiento colectivo y opinión pública”.

Más, cierto, y ayer se decía, el periodista, —y lo son el fotógrafo y el caricaturista—, debe mantener liderazgo en la opinión pública.

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