Mascarriel Mario Ibarra *AMLO: los duros, los moderados y la quimera *La 4T y el pueblo como demiurgo… Ningún gobierno busca su propia ruina. No hay gobiernos deliberadamente suicidas. Incluso los peores regímenes de la historia estuvieron convencidos de que sus decisiones y sus acciones no sólo eran las más convenientes, sino necesarias, ineludibles. Stalin: […]
10 de agosto de 2020

Mascarriel

Mario Ibarra

*AMLO: los duros, los moderados y la quimera

*La 4T y el pueblo como demiurgo…

Ningún gobierno busca su propia ruina.
No hay gobiernos deliberadamente suicidas.

Incluso los peores regímenes de la historia estuvieron convencidos de que sus decisiones y sus acciones no sólo eran las más convenientes, sino necesarias, ineludibles.
Stalin: 50 millones; Hitler: 50 millones; Mao: 50 millones; estos tres fueron los causantes directos, cada uno su parte, de la muerte de 150 millones de personas.
Por supuesto que sabían lo que hacían.
(“La muerte de un soldado en el frente es una tragedia para Rusia, un millón de soldados muertos es una estadística”: Stalin).

Los tres estuvieron convencidos de que esa mortandad era necesaria para alcanzar “los altos fines” que se proponían. Era el precio.
Se creyeron elegidos por sus Dioses para guiar a sus países en una misión planetaria, cósmica, supra humana casi.
El costo en vidas humanas y recursos era lo de menos.
Estaban terriblemente equivocados, como lo demostró el tiempo que luego se hace historia.
Pero los tres murieron convencidos de que habían hecho lo debido…

“LOS HÉROES…”
Nuestro continente es pródigo en ejemplos elocuentes: López de Santa Anna, Porfirio Díaz, Victoriano Huerta, López Portillo en México.
Perón, Stroessner, Pinochet, Papá Doc., Videla, Fidel, Hugo Chávez, Ortega en la nicaragua de hoy y un interminable etcétera.
Todos convencidos de que su pueblo los vería como héroes.

El ejemplo puede parecer sobrecargado, pero precisamente es válido por eso.
Todo gobierno y todo gobernante está seguro de hacer lo conveniente, lo lógico, lo necesario, lo mejor, en suma.
Así la oposición vea lo contrario, así el observador externo e imparcial juzgue que el gobierno de marras se equivoca y comete desatinos, así los datos y las cifras confirmen sus fallas y fracasos, el tal régimen seguirá en las suyas, convencido de que hace lo debido y fructífero.
Esto es así desde que se inventó el poder político, la política como poder…

DIÁLOGO DE SORDOS…
Pero insístase: no hay gobierno que busque su propia ruina.
Viene lo anterior a cuento porque algunos críticos de la 4T, de esos exasperados, exacerbados y extremados, acusan al gobierno de AMLO de “tomar medidas suicidas” y de “conducir al país al abismo”.
A lo que los comentócratas partidarios de la 4T responden que esos críticos son “conservadores desesperados o de plano enloquecidos por el cambio a favor de los pobres”.
Diálogo de sordos que adolece de argumentos, de tesis, de ideas y de posturas razonables, racionales.
Ambos bandos, lo primero que hacen es descalificar al otro, negándole el uso de la razón y la palabra.

Así no hay discusión racional posible.
Lo cierto es que la 4T tiene objetivos, metas y propósitos muy claros.
El cambio de régimen, nada menos. La transformación de “un país en ruinas” (según su diagnóstico) a otro inmensamente mejor en todos los aspectos.
Y en ese propósito se le deben reconocer no pocos e importantes aciertos.
Y anotarle yerros inocultables.
Ahora, que el diagnóstico sea certero es una cosa, pero que los planes, el proyecto, la estrategia y las maneras de implementar la transformación sean correctos, eso ya es otro cantar.

Y que el equipo humano sea el mejor y más capaz para realizar el proyecto, eso también es otra cosa muy diferente.
Para muchos críticos de la 4T, su diagnóstico es en muy buena medida acertado.
Donde le encuentran debilidades, contradicciones y fallas es en el método, en la forma, en la estrategia, en el plan, en su aplicación, en su funcionamiento y, sobre todo, en el grupo de oficiales al mando.
En el gabinete pues…

LA CATILINARIA…
Quizás un poco melancólico, el jueves pasado el Presidente rememoraba que el gabinete de Juárez ha sido el mejor de la historia.
Muy cierto. Cada uno de los integrantes era una lumbrera, un líder y una autoridad política y moral.

Hasta emociona recordar los nombres: Degollado, Ocampo, de Zamacona, Doblado, los Lerdo de Tejada, Mariscal, Lafragua, de la llave, Vallarta, Mata, Romero, Zaragoza, Iglesias, Ramírez (Ignacio), Martínez de Castro, de Emparan, León Guzmán…
Y hasta en ese grupo había desacuerdos, desavenencias y encontronazos, dijo el Presidente.
Esto a propósito de las catilinarias lanzadas al aire por el Secretario de Semarnat, Víctor Toledo al gabinete de AMLO, manifiestamente a Rocío Nahle, Alfonso Romo, Julio Scherer, Víctor Villanueva de Sagarpa y, hasta al mismísimo AMLO le pegó Toledo su raspón…

EL ESTILO PERSONAL…
Lógico, los críticos de la 4T tuvieron material de sobra.
Que dentro del gabinete se daba una guerra interna…
Que el Presidente no acertaba a poner orden entre sus subordinados…
Que se trataba de un peligroso asunto de gobernanza…
En fin.

Pero, si dentro del gabinete de Juárez había broncas -y todos compartían un mismo ideal y un mismo propósito-, es normal que en el de AMLO suceda lo mismo.
Lo que pasa es que, en el estilo personal de gobernar del tabasqueño, no sólo se toleran las diferencias y las discusiones internas, sino que hasta se estimulan.
Al fin de cuentas “el que decide soy yo”, dijo el presidente en Sonora.
O sea: de dientes para afuera, AMLO les da lengua suelta a sus subalternos, pero de que alguien se le alebreste, de eso nada.
Cierto, Víctor Toledo se extralimitó, y seguramente afrontará las consecuencias…

DUROS CONTRA MODERADOS…
Y hay que entender al susodicho.
Para empezar, no es político. No tiene la más remota idea de lo que es la política como poder.
En segundo lugar, es un marxista ortodoxo a morir. Es decir: fundamentalista, intolerante, fanático.
Toledo lo ve todo a través del prisma ideológico, cuya principal característica es opacar, empañar, oscurecer la realidad.

Ha menester tener siempre en cuenta que el MoReNa es la más abigarrada, heterogénea y compleja mezcla de políticos de toda laya y, en casos, de la más impresentable caterva.
No es fácil lidiar con esa turba.
Lo que los unió fue su odio al sistema y el liderazgo carismático de López Obrador.
Ahora todos quieren influir en el curso de la 4T.
Unos, “los moderados” propugnando un régimen liberal/democrático/socialista -la socialdemocracia, y los otros, “los duros”, empujando para que AMLO conduzca al país a un régimen autoritario y extremista cuyos modelos son la antigua URSS, la China maoísta, Cuba o Venezuela.
Entre los primeros están Julio Scherer, Ricardo Monreal, Mario Delgado, Marcelo Ebrard, Olga Sánchez Cordero, Alfonso Romo, Alfonso Durazo, Santiago Nieto, Alejandro Gertz, Claudia Sheinbaum, Arturo Herrera, el general Sandoval, el almirante Ojeda y Graciela Márquez en primer término.

Entre los comunistas radicales habría que enlistar a Víctor Toledo, John Ackerman, Epigmenio Ibarra, el padre Solalinde, el Padre Dussel, Fernández Noroña, Yeidckol Polevmscki, Jesús Ramírez, Taibo II y el grupo de los moneros, entre otros…

EL LOPEZOBRADORISMO…
Estos radicales son los causantes de que algunas voces de la comentocracia y en movimientos como el FRENTE -sin faltar el impresentable cardenal Sandoval, se tilde a Obrador de comunista.
Falso.

El presidente ni es comunista, ni es socialista, ni es de izquierda…Es tabasqueño.
La verdad es que es difícil catalogarlo ideológicamente.
Si hemos de acomodarlo a un ideario -que no una ideología- quizá sería correcto considerarlo como un juarista/maderista/cardenista.
Liberal decimonónico por la influencia de Juárez, demócrata por la de Madero y populista por la vena cardenista.
De tal amalgama resultaría ese conglomerado de ideas y principios que podríamos llamar lopezobradorismo.
Que en la historia tendrá su lugar, epónimamente, junto al juarismo, el maderismo y el cardenismo, sin duda…

LA REALIDAD Y LA QUIMERA…
“Al final yo decido”, ha dicho AMLO para zanjar la polémica abierta por las críticas de Toledo a su gabinete y a él mismo.
Bien visto, no la tiene fácil.

Moderados y duros tienen su propio proyecto de país, de régimen, de gobierno.
Aparte, si el PRD fue una asamblea de tribus, el MoReNa es una rebatiña de facciones, sectas, corrientes, capillas, cenáculos y pandillas políticas cuyo principal interés es el poder y todo lo que significa.
AMLO tiene un ideal, un sueño, un propósito, un proyecto: enterrar al viejo régimen, cambiar al país y dejarle marcado un rumbo histórico.
Nos habla, nos cuenta, nos apercibe de un país justo, sin violencia, seguro, de leyes, de estado de derecho, sin desigualdad, con educación y salud de primer mundo, con un nivel de bienestar y de satisfacción de primer mundo también.
¡Quién carajos no querría un México así!
Durante 100 años fue la promesa incumplida de la revolución y del régimen presidencialista en que derivó.

AMLO ha convencido a mucha gente -el 53% de los votantes hace 2 años- de que él tiene la clave, la fórmula, el talento, la capacidad y la decisión para conducir al país a ese paraíso supuestamente alcanzable.
Pero una cosa es pensarlo, creerlo, tener la convicción de estar a la altura de esa misión, y otra cosa es lograrlo.
Y que la realidad le abra la puerta a la quimera…

EL DETALLE Y EL SÍNTOMA…
Juárez fue a hombros de gigantes.
Si se habla del MoReNa, AMLO, con contadas excepciones, liderea una turba de ambiciosos, la mayoría ignorantes, necios e insolentes que más que impulsarlo le estorban.
Muchos son políticos de ocasión que están donde están porque se subieron a la ola AMLO. Oportunistas. Ocasionados.

Y el gabinete, salvo de nuevo dos o tres excepciones, califica de la mediocridad para abajo.
Nada extraño sería que por momentos AMLO se sintiera el gran solitario de Palacio.
De ahí su persistente recurrencia al Pueblo, al que el Presidente le otorga categoría de demiurgo. (Pero ese es otro tema, no para una: para muchas columnas).
En suma: lo de Víctor Toledo es sólo un detalle, no mella en nada ni la autoridad ni el liderazgo de AMLO ni la confianza que le siguen teniendo 58% de mexicanos.
Pero sí es un síntoma de lo mismo: con los bueyes que tiene que arar la 4T…

“LA ROCA…”

  • “¿Qué tal, como estás…?
  • “Más firme que una roca…”, le contestó el doctor López-Gatell la tarde del martes pasado a uno los epidemiólogos de la Secretaría de Salud.
    Sucedió el pasado miércoles, momentos antes que iniciara la sesión informativa desde Palacio.
    El reportero que le narra el episodio a este escribidor señala que el subsecretario respondió con una sonrisa “esplendente” y en un “tono triunfal”, el “cómo estás” de su colega.

Y cómo no, si un día antes el Presidente Obrador le había regalado un sonoro espaldarazo, en vivo y a todo color y con cobertura nacional en la mañanera del lunes.
La carta de los nueve gobernadores que le pedían al ejecutivo que lo despidiera de su encargo, le hizo a López-Gatell lo que el viento a Juárez.
Y antes, así había salido airoso luego de sus encontronazos con Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Zoé Robledo y Jesús Ramírez, y también de sus escaramuzas con los diputados durante sus comparecencias.

LAS VEREDAS…
Luego del embate directo de los gobernadores, López-Gatell salió más fortalecido.
Sin embargo, fuentes cercanas a Palacio le comentan a MASCARRIEL que cada día el zar del coronavirus se acerca más y más, irremisiblemente, a su aparición postrera en cadena nacional desde el salón Tesorería.
La misma fuente nos confía que incluso el Presidente ya le tiene reservado su próximo cargo con su respectivo itinerario.
O sea: AMLO no le va a dar una patada en trasero (merecida, según sus incontables críticos externos y sus enemigos en el gabinete), sino que lo canalizará por las veredas que el doctor anda buscando: las de la política…

PICOS, NÚMEROS Y CURVAS…
Porque grillo siempre ha sido. Está documentado.
“Si quieres conocer a un hombre, dale poder”, advierte Confucio.
Y el Presidente le dio todo el poder a López Gatell, lo convirtió en el zar de la estrategia del gobierno contra el coronavirus.
Y el poder transforma.
Y he aquí que el científico se nos transformó en político.
Y un político altanero, medio soberbio, pedantesco, belicoso, intolerante y hablantín.
Y así nos está yendo.

Con el mismo número de habitantes que Japón, tenemos 48 mil muertos más que ellos.
Lloramos más muertos que la India, que tiene mil 200 millones de habitantes.
Ya somos el tercer país con mayor número de víctimas fatales.
Y es la hora en que no sabemos cómo ni cuándo terminará nuestra tragedia.
Algo hemos hecho mal, sin duda alguna.
Pero de momento el Presidente no va a quitar a López-Gatell. Saldría políticamente demasiado caro.
AMLO lo aguantará hasta lo extremo, hasta que el doctorcito sea poco menos que una piltrafa: “si él armó todo el lío, que lo pague”, comenta nuestra fuente, interpretando lo que piensa el Presidente.

Además, como apuntan algunos columnistas, ahorita, López-Gatell es el mejor de los pararrayos. Ni modo de quitarlo en plena tormenta.
Pero de octubre-noviembre, de ahí no pasa…

“Lo único peor de cometer un error, es pensar que no puede cometerse”.
Isaíah Berlin.

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