Un viaje ficticio al lado oculto de la humanidad, donde las fronteras entre el bien y el mal se desdibujan para dar paso a una reflexión sobre esos mismos temas

Ciudad de México
Notimex
Como un oratorio que se desarrolla a través de un diálogo entre las voces de las actrices y actores sobre el significado del mal y sus diversas connotaciones, anoche se estrenó la obra “El sueño de la oscuridad”, dirigida por Roberto Eslava.
La propuesta escénica, que parte de diversos textos en torno a la figura de “Fausto”, ofrece en el Teatro La Capilla un viaje ficticio al lado oculto de la humanidad, donde las fronteras entre el bien y el mal se desdibujan para dar paso a una reflexión sobre esos mismos temas.
Se trata de un trabajo escénico que inicia fuera del teatro, donde una actriz caminaba junto con la fila de los espectadores para invitarles una pastilla (dulce) y a pasar al foro; una vez que los espectadores tomaron sus asientos de pronto salió un hombre con tatuajes, murmurando palabras.
Con las actuaciones de Xana Sousa, Irene Repeto, Anna Cristina Ross, Jorge Chávez Caballero, Gilberto Alanís y Pedro Beltrán se desarrolló la obra, que funcionó como una misa satánica, extraña y delirante.
Hombres y mujeres que salieron del universo fáustico para hablar sobre el maligno, deambular por el escenario, al tiempo que unos decían que sería la última obra, otros se preguntaban sobre el mal y unos más cantaban en la oscuridad.
Los tres personajes femeninos transmitían sensualidad, pero era tan solo un disfraz pues en realidad eran una brujas, que al igual que los demonios cantaban y se burlaban de las cosas buenas y de la luz.
El hecho escénico se muestra ante el público como un juego que rompe constantemente con las convenciones teatrales tradicionales, para hablar de manera directa y descarnada con el espectador.