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La caja amarilla
Bajo la dirección de Luis Vigil, se presenta en La Titería, casa de las marionetas, en Coyoacán México, DF Notimex Un espectáculo que explota la creatividad para contar historias infantiles y presentar divertidos personajes, es lo que ofrece “La caja amarilla”, de Luisa Aguilar, que bajo la dirección de Luis Vigil, se presenta en La […]
6 de julio de 2015

Bajo la dirección de Luis Vigil, se presenta en La Titería, casa de las marionetas, en Coyoacán

México, DF
Notimex
Un espectáculo que explota la creatividad para contar historias infantiles y presentar divertidos personajes, es lo que ofrece “La caja amarilla”, de Luisa Aguilar, que bajo la dirección de Luis Vigil, se presenta en La Titería, casa de las marionetas, en Coyoacán.
La dramaturga y actriz española Luisa Aguilar es la encargada de llevar al público por diferentes historias protagonizadas por personajes hechos de papel y otros materiales que habitan en mundos imaginarios.
La puesta en escena, que estará en temporada del 4 al 26 de julio, también invita a reflexionar sobre cómo se puede evitar un mundo de consumismo.
Un escenario sencillo que incluyó una mesa y dos cajas amarillas fueron suficientes para que la actriz se apoyara para el desarrollo de los relatos, ante la mirada del público que se mostró participativo.
Luisa Aguilar, quien interpretó diferentes personajes, no cayó en lo ridículo, al contrario, la gente disfrutaba y reía con sus cambios y ocurrencias.
La actriz y dramaturga Aguilar arrancó la obra con la historia de un niño que quería un regalo, pero su papá quería comprarle un avión, un tren o un balón de fútbol.
El niño cada vez que su padre le decía el nombre del juguete, el pequeño le contestaba que no, porque deseaba una pájara de papel; el papá fue a la biblioteca a consultar un libro para construir figuras de papel y aunque tardó varias horas, logró hacer no solamente una, sino varias figuras para complacer a su hijo.
La siguiente historia fue sobre una cebrita que vivía en el fin del mundo y al salir de su casa, el fuerte viento le arrebató su vestido de rayas y se quedó sin estas. Amigables animalitos le fueron regalando cintas negras para sustituir sus rayitas.

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