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La gran lección Humberto Iduarte humbertoiduarte49@gmail.com Hay una enseñanza que aprendí estando en la capital el pasado martes 19 de septiembre, el día del sismo y esta vivencia de terror fue la de reconocer de que a pesar de lo que creemos que somos y de toda la experiencia vivida, relaciones, amistades y todo lo […]
22 de septiembre de 2017

La gran lección

Humberto Iduarte
humbertoiduarte49@gmail.com
Hay una enseñanza que aprendí estando en la capital el pasado martes 19 de septiembre, el día del sismo y esta vivencia de terror fue la de reconocer de que a pesar de lo que creemos que somos y de toda la experiencia vivida, relaciones, amistades y todo lo que conlleva la vida de uno, todo esto se reduce en segundos a nada.

Haber estado presente y recorrer algunos lugares que este sismo de 7.1 lastimó nuestra ciudad capital, fue una experiencia dolorosa y difícil de narrar lo vivido.

La gran tragedia de esta ciudad y de las demás ciudades y pueblos de México que también sufrieron daños materiales y la pérdida de decenas de vidas humanas, nos tiene que doler y mucho.

El país está muy lastimado y esto hay que reconocerlo, sin embargo, en estos momentos trágicos, nos dio también la oportunidad de conocer una cara que pensamos que se había perdido, que nuestra juventud, esa juventud que ha dado la cara, nos dio y sigue dándonos, un ejemplo de que México todavía es un país que se puede recuperar. Esto considero es la gran lección que nos deja este sismo a todos .

La experiencia de estar y haber vivido momentos aciagos de lado de esa juventud, hizo sentir en mí mucha esperanza, misma que hace renacer la confianza de que México es un país recuperable, a pesar de sus problemas.

Hay que decirlo y admirarse de que en medio de la incertidumbre, de la oscuridad, ellos, estos jóvenes, simples ciudadanos desconocidos, no paraban daban todo, con sus brazos y fuerza nos ponían el ejemplo de que tenemos que hacer para ayudarnos unos a otros, el pasar este difícil trance tan doloroso a miles nos hizo sentir revitalizados, confiados en que si queremos podemos.

Su ejemplo de organización sin ayuda de nadie que se los dijera para salvar vidas habla de todo lo que puede hacer esa juventud que espera una esperanza, una guía honesta.

Mientras esto sucede aquí en la capital y otros estados dolidos y lastimados, los temas en Tabasco prosiguen, en mi tierra la vida sigue igual, no hubo impacto, no hubo dolor, excusando lo inexcusable, quizá esto se deba a la distancia, o a lo mejor que ahí puedan haber temas más importantes.

Puede ser también que la intensa politiquería en la que estamos inmersos con temas que todos los días se analizan, estén por encima del dolor que miles de mexicanos sufren ahora.

Desafortunadamente hay otra lección, la que nos indica que estamos quizá perdidos, que andamos en rutas equivocadas y en caminos que no nos llevan a ninguna parte porque lo que verdaderamente nos debe de importar se hace a un lado.

Si, indudablemente en estos días conocí a miles de jóvenes que se movieron para ayudar al prójimo, al desconocido, arriesgándolo todo, con sudor, con esfuerzo y voluntad por el puro amor a sus hermanos, por México, y sin esperar nada a cambio.

Creo que valió la pena y la trágica experiencia vivida en el centro del país. Podemos ser mejor para hacer un México más justo y más grande. La materia existe, solo falta consolidarla porque hay un México vigoroso, valiente, valioso que está vivo y expectante, una juventud que vale y mucho que solo están a la espera de una oportunidad.

Me quedó muy claro que este es el México que estaba escondido y que hoy mostró su verdadera cara ante la adversidad. Se pagó un precio caro para apreciarlo pero bien valió la pena.

Esta lección nos deja que son millones los buenos mexicanos que existen y que los malos, esos que han hecho daño en todas las esferas y niveles, éstos son los menos.

Hoy renace la esperanza, los ideales, la fe, no la destruyamos por intereses bastardos ni por políticos corruptos que ya bastante han lastimado a nuestra sociedad.

El haber hallado en su juventud esa vibrante fuerza, me hace renacer la esperanza de que México, mi México aún tiene futuro.

Para ellos, para esos valientes, para Hugo, esta poesía que significa más que nunca en estos tiempos.

¡México, Creo En Ti!…
Por Ricardo López Méndez

México, creo en ti,
Como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
Y sin embargo, ríes demasiado,
A caso porque sabes que la risa
Es la envoltura de un dolor callado.

México, creo en ti,
Sin que te represente en una forma
Porque te llevo dentro, sin que sepa
Lo que tú eres en mí; pero presiento
Que mucho te pareces a mi alma
Que sé que existe pero no la veo.

México, creo en ti,
En el vuelo sutil de tus canciones
Que nacen porque sí, en la plegaria
Que yo aprendí para llamarte Patria,
Algo que es mío en mí como tu sombra
Que se tiende con vida sobre el mapa.

México, creo en ti,
En forma tal, que tienes de mi amada
La promesa y el beso que son míos.
Sin que sepa por qué se me entregaron;
No sé si por ser bueno o por ser malo,
O porque del perdón nazca el milagro.

México, creo en ti,
Sin preocuparme el oro de tu entraña;
Es bastante la vida de tu barro
Que refresca lo claro de las aguas,
En el jarro que llora por los poros,
La opresión de la carne de tu raza.

México, creo en ti,
Porque creyendo te me vuelves ansia
Y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo es por tu cielo,
Si conozco el dolor es por tus lágrimas
Que están en mí aprendiendo a ser lloradas.

México, creo en ti,
En tus cosechas de milagrería
Que sólo son deseo en las palabras.
Te contagias de auroras que te cantas.
¡Y todo el bosque se te vuelve carne!
¡Y todo el hombre se te vuelve selva!

México, creo en ti,
Porque escribes tu nombre con la X
Que algo tiene de cruz y de calvario:
Porque el águila brava de tu escudo
Se divierte jugando a los “volados:
Con la vida y, a veces, con la muerte.

México, creo en ti,
Como creo en los clavos que te sangran:
En las espinas que hay en tu corona,
Y en el mar que te aprieta la cintura
Para que tomes en la forma humana
Hechura de sirena en las espumas.

México, creo en ti,
Porque si no creyera que eres mío
El propio corazón me lo gritara,
Y te arrebataría con mis brazos
A todo intento de volverte ajeno,
¡Sintiendo que a mí mismo me salvaba!

México, creo en ti,
Porque eres el alto de mi marcha
Y el punto de partida de mi impulso
¡Mi credo, Patria, tiene que ser tuyo,
Como la voz que salva
Y como el ancla…!

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