Editorial: La primera piedra
Una de las estrategias de la izquierda radical, ahora sentada sus bases en Morena, es denostar al ganador en turno sea el partido que sea, basta que triunfe un partido por encima de los intereses propios, para señalar todo “delito” inimaginable durante el periodo de gobierno y los errores y problemas cotidianos que se dan, […]
27 de septiembre de 2016

Una de las estrategias de la izquierda radical, ahora sentada sus bases en Morena, es denostar al ganador en turno sea el partido que sea, basta que triunfe un partido por encima de los intereses propios, para señalar todo “delito” inimaginable durante el periodo de gobierno y los errores y problemas cotidianos que se dan, son propicios para decir ¡nosotros tenemos meses diciéndolo!, ¡comprobado: son corruptos! Sin importar el daño que se les hace a las instituciones que dan sustento a la legalidad en este país.

El PRI lo ha vivido en carne propia en su larguísima carrera a la cabeza del poder en México. Sus presidentes, gobernadores y demás, han sido cotidianamente señalados como corruptos, sin necesariamente serlos o parecerlos a como, opositores al margen del triunfo, lo señalan con todo desparpajo. Los ejemplos cunden, y así se han visto ahora como “carne de horca” aquellos que están y van a salir, en todos los niveles en los próximos dos años al menos, de su representatividad gubernamental y son juzgados por todos a priori, sin siquiera iniciar un juicio que ponga en duda su inocencia.

Decía un conocedor de estos menesteres, que nadie, de ningún partido, tendría las agallas de lanzar, o hacer el intento siquiera, la primera piedra. En nuestras comunidades muy alejadas del poder central, seguimos cometiendo los errores años, tras años, trienios y sexenios uno tras otro, de señalar con índice de fuego a los que ganaron, por parte de grupos de perdedores que no deja de pensar, que la siguiente, es la buena: es la vencida.

Hoy se regocijan los priistas de que Carlos Salomón, ex perseguido judicial y político, logró imponer a un subalterno en la Profeco, porque aseguran que Arturo Núñez Perdió. Bueno, ante una mentalidad abstracta y absurda, todo es posible, pero la realidad es que siempre pierde Tabasco, sus sociedad tan avasallada y aturdida con tantos problemas y sobre todo, los que pueden ser factor de decisión, ven la historia de los pueblos, como un Juego de Tronos, Game of Thrones, donde la maldad impera por encima de la sociedad.

No se deben de regocijar los políticos fuertes en sus respectivos partidos. El que alguien de la situación moral, legal y familiar por la que ha tenido que pasar el señor Salomón en sus últimos años de vida, que no se lo deseamos a nadie, luche contra sus propios demonios llenos de amarguras y resentimiento, es lógico. Tener todo y perder todo por su mala cabeza, es doloroso, es ya otro problema para su agotada vida. Seguramente el que mal desea, lo atrae irremediablemente y la vida, La Biblia, El Corán, El Torá, El Talmud, etc., Enseña que lo que aquí en esta vida se hace de maldad, en esta vida se paga. Más simple y campesino: el que obra mal se le pudre el obrador.

Por un día que se deje de lapidar, seguramente nuestra moral social estará por los cielos y quizá estemos en la posición de lanzar la primera piedra, pero tenemos que estar libres de pecado.

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