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Desigualdad social en México. La política mexicana pasa por un claroscuro: Arturo Núñez
Al participar como invitado especial en el Seminario Internacional El Constitucionalismo Latinoamericano en el Centenario de la Constitución Mexicana, el gobernador Arturo Núñez Jiménez consideró que la realidad política mexicana pasa por un claroscuro, con avances importantes y significativos, pero también con un déficit de ciudadanía por su desigualdad social. Aseguró que cuando se conjugan […]
5 de mayo de 2017

Al participar como invitado especial en el Seminario Internacional El Constitucionalismo Latinoamericano en el Centenario de la Constitución Mexicana, el gobernador Arturo Núñez Jiménez consideró que la realidad política mexicana pasa por un claroscuro, con avances importantes y significativos, pero también con un déficit de ciudadanía por su desigualdad social. Aseguró que cuando se conjugan radicalización, movilización y fragmentación partidista, crisis de legitimidad e ineficacia gubernamental, se tiene la base objetiva para una restauración autoritaria.

Redacción
Rumbo Nuevo
Al participar como invitado especial en el Seminario Internacional El Constitucionalismo Latinoamericano en el Centenario de la Constitución Mexicana, el gobernador de Tabasco, Arturo Núñez Jiménez, consideró que la realidad política mexicana pasa por un claroscuro, con avances importantes y significativos, pero también con un déficit de ciudadanía por su desigualdad social.

Por su relevancia histórica, se transcribe íntegramente la intervención del Lic. Arturo Núñez Jiménez, en Barcelona, España. conferencia constitucionalismo latinoamericano 100 años de la constitución mexicana

Bueno, yo empiezo por apreciar mucho la invitación de los organizadores, tanto el Departamento de Derecho de la Universidad Pompeu Fabra, y particularmente de su titular, mi querido amigo Alejandro Saiz, a quien hemos tenido oportunidad de tener en varias ocasiones en eventos en Villahermosa, la capital de Tabasco, y -desde luego- a nuestra muy prestigiada institución, con gran participación en la formación de la opinión publica especializada constitucional en nuestro país, que es el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Saludo a todos los asistentes y debo hacer una especial mención a mi estimado amigo Santiago Oñate, que también fue uno de los actores de primera línea en el proceso de lo que se ha llamado la transición política mexicana; un actor relevante en diversos momentos, pero estelarmente en una reforma, la de 96, cuando Santiago era presidente nacional del PRI en México.

Me da mucho gusto Santiago, a través de tu señora, saludarlos aquí, después de 20 años.

Y quisiera decirles que el pasado lunes primero de mayo cumplió 100 años de que entró en vigor la Constitución Mexicana promulgada el 5 de febrero, estamos, pues, a tres días de esta celebración, de esa conmemoración. En los términos de Santiago, de esa efeméride.

Quisiera decirles que se me ha invitado a disertar sobre La transición democrática de México, el cambio político por la vía constitucional.

Diría sólo como referente convencional, sin pretender entrar en mayores debates, que esta Constitución a lo largo de sus 100 años de estar en vigor ha permitido dos grandes transiciones políticas en México: la del régimen del Porfiriato al régimen de la Revolución Mexicana; y lo más reciente a partir de 1977, del régimen de la Revolución Mexicana al régimen de la democracia, como un referente convencional. Ha sido, pues, la vía de dos transiciones políticas fundamentales para entender el devenir de México.

Durante los 100 años de su vigencia, aquí ya se ha hecho referencia, yo traigo algunos datos, la Constitución General de la República ha sido reformada en 703 artículos de los 136 que tiene, lo cual supone que un mismo artículo ha sido reformado un gran número de veces a través de 231 decretos, donde un decreto lo mismo reforma un artículo que, uno reciente en materia política electoral (el de 2014-2015) reformó 30 artículos de la Constitución.

De tal manera que, la gran mayoría de estos cambios se hicieron en un periodo amplío, pero si incluimos lo que es el convencionalmente establecido entre 1977 y 1997 como el periodo de transición, sin que haya dejado de seguir habiendo reformas (otra en 2008 y otra en 2014 y 2015), debo decir que en esta lógica el 49 por ciento de los artículos ha sido reformado a partir de 1988, y de los decretos emitidos han sido el 60 por ciento.

¿Por qué 88? Porque ese año se pierde la mayoría calificada en la Cámara de Diputados por el partido hegemónico, el PRI. Y digámoslo así: no es que no hubiese habido acuerdos antes, pero ahora era una necesidad objetiva si se quería tener reforma constitucional, por lo menos lograr la voluntad de 2 de los actores representados en las Cámaras del Congreso de la Unión como elemento fundamental del Constituyente Permanente Mexicano.

De tal manera que el reformismo constitucional, en lo que tiene de bueno mantener los consensos al día, mantener actualizada la normatividad en el nivel más alto del sistema jurídico, y lo que tiene de malo, la frecuencia de los cambios que pueden incidir en inseguridad jurídica ha continuado en el horizonte del constitucionalismo de México.

Debo decir que las soluciones dadas en materia política electoral significan una solución de continuidad con cambio en el marco de esta Constitución vigente a lo largo de 100 años.

En este sentido, vale la pena mencionar que la Reforma Política que dio origen a la transición se concretó en una serie de reformas constitucionales sucesivas, que por vía de aproximación sucesiva fueron modificando las instituciones mexicanas, empezando en 77-78 la primera más importante, en 86-87, en 89-90, en 93, en 94, en 96, en 2007 en 2008 y la última de 2014.

Cada reforma fue profundizando los avances logrados en las anteriores. No fue algo preconcebido que alguien tuviera un mapa como destino y ritmos, sino que fue la construcción del proceso mismo con su dinámica política.

Básicamente, quisiera aquí hacer un referente metodológico a nuestro muy querido Dieter Nohlen, cuando propone el análisis de los sistemas políticos a través de tres subsistemas o sistemas:

El sistema electoral, el sistema de partidos y el sistema de gobierno.

Entonces yo quisiera más que narrarles el proceso de la reforma, narrarles un poco los cambios dados a través del proceso de reforma en cada uno de estos tres sistemas que modificaron la realidad política nacional, y hacer una reflexión final sobre la cultura política.

En materia de sistema electoral, se llegó a convertir en la variable independiente, por así decirlo; como dice el propio Dieter, puede depender de la correlación de fuerzas establecidas o puede modificarlas, y la verdad es que en México el Sistema Electoral se convirtió en este proceso: en la variable independiente de todo el cambio político que se ha venido dando.

En este sentido, vale la pena destacar que México tuvo durante 165 años un Sistema Electoral desde que votamos en la modalidad de designación que se hizo para los diputados provinciales, para la Constitución de Cádiz en 1812, y hasta 1977 que se introdujo el principio de representación proporcional en un sistema electoral mixto.

México sólo tuvo Sistema Electoral de mayoría relativa, con elecciones indirectas o directas, pero siempre a base de mayoría; la introducción de la representación proporcional fue un cambio que iba a resultar, a la postre, definitivo y fundamental para lograr que aflorara en plenitud la pluralidad política del país.

Y debo decir que, ese sistema mixto originalmente implicó elegir 300 diputados por mayoría relativa y 100 por representación proporcional, en un esquema segmentado donde el que participaba en mayoría relativa y tenía más de 60 triunfos no tenía derecho a participar en la representación proporcional.

Porque se había concebido –así lo dijo en su momento el presidente López Portillo- como una pista para las minorías la representación proporcional, y eso por cierto dejó un sedimento en la cultura política mexicana, que sigue asumiéndose que en la RP es solo un asunto para las minorías, no obstante que en 86-87 se modificó la Constitución otra vez y se amplió de 100 a 200 los diputados electos de representación proporcional y ya pudo participar el partido mayoritario también en el reparto proporcional.

Pero sigue habiendo la impresión de que la representación proporcional es un subsidio político a las minorías, es un problema de cultura política que quedó del origen, porque el presidente en el ánimo de ser muy didáctico dijo va a haber dos pistas: una para las mayorías y otra para las minorías; y ha quedado siempre esa argumentación, porque en ocasiones ha habido la pretensión de reducir o de desaparecer la representación proporcional bajo el diagnóstico falso de que el Congreso detuvo el cambio constitucional en México, cuando las evidencias empíricas demuestran lo contrario.

En ningún momento el pasar de un partido hegemónico, en la acepción de Sartori, significaría: el que gana de todas, todas. Mucho tiempo, y solo hay presencias opositoras testimoniales, pudo darse, sin embargo, a partir precisamente de estos cambios constitucionales sucesivos.

Básicamente después la representación proporcional, llegó finalmente al Senado de la República, que tampoco se abría, de 64 senadores dos por cada una de las 32 entidades federativas del país; 64 Senadores eran del PRI y en el ánimo de abrir el Senado a la pluralidad de México se estableció la elección de 3 senadores de mayoría y uno de primera minoría.

Y en la reforma de 1996, en la que tuvo una participación muy destacada Santiago Oñate, se determinó establecer 3 senadores electos por entidad federativa, que es lo que existe hoy en día; 2 de mayoría, 1 de primera minoría. Y se estableció la circunscripción nacional para elegir 32 de representación proporcional, con el ánimo de la pluralidad.

Desde luego, los juristas del federalismo han cuestionado que se haya perdido la representatividad territorial, pero fue en un momento de coyuntura donde lo prioritario era abrir el Senado a la pluralidad nacional; esto básicamente ha llevado que el Senado de hoy tenga el doble: 128 integrantes.

Se buscó la combinación del sistema mixto electoral, que sé que es un tema que se debate en España; garantizar dos de los objetivos que Dieter menciona que se le exigen a veces a los sistemas electorales: se les pide representatividad, se les pide participación y se les pide gobernabilidad, y no siempre son armónicamente resueltos; en esta idea de combinar mayoría con representación proporcional, se buscó representatividad y gobernabilidad al integrar las cámaras.

Se establecieron topes constitucionales que un jurista como Dieter cuestiona y crítica. Pero se estableció, por ejemplo, cosa que está en vigor actualmente: ningún partido por sí solo puede tener más de 300 diputados.

Es decir, en el mejor de los casos, puede ganar los 300 de mayoría relativa o una combinación de mayoría de representación proporcional, pero esta suma nunca puede dar más de 300 diputados. Esto tiene un propósito, de que las reformas constitucionales que requieren dos terceras partes de los diputados, algo así como 334 o 335 de una cámara de 500, no lo tenga nadie determinado para que por lo menos las modificaciones constitucionales, aunque también ya ocurre con la ley secundaria, no pueda ser hecho por un solo actor, sino necesariamente producto de acuerdos pluripartidistas.

Y también se estableció que ningún partido político por sí solo o coaligado con otros partidos, pueda tener una sobre-representación superior al 8 por ciento. Debo destacar que en México, en un sistema mixto donde 300 son de mayoría relativa cuyo efecto es la desproporción, y 200 son de representación proporcional por efecto de proporción, la desproporción máxima aceptada constitucionalmente es 8 por ciento.

En España, con un sistema electoral en las cortes solamente de representación proporcional, la sobrerepresentación, por lo menos lo que yo he seguido de varias de las elecciones españolas, llega al 15 al 16 o hasta un poco más, en un sistema de pura representación proporcional.

Entonces este fue un tema que sigue presente, y hay quienes todavía exigen que se modifique y que haya la proporcionalidad plena. En algún momento se otorgó, luego se retrocedió en ese sentido, porque se dijo una cosa es la forma elección y otra es la forma de integración, y la idea es que se eligen 300 y 200 por cada principio de elección, pero se integran de una manera mixta.

No, ningún principio domina sobre el otro, no que los 500 son de representación proporcional; esto justifica que haya una sobre-representación posible por el efecto de mayoría. Esto pues en una acepción amplia, el sistema electoral también se hicieron cambios fundamentales en la normatividad y en la institucionalidad electoral, particularmente, en tres rubros:

Autoridad electoral imparcial, que llegó a construir al Instituto Federal Electoral como un descentralizado, una novedad. En Europa esto se resuelve vía los Ministerios del interior, el Departamento Electoral, y allá fue necesario crear un órgano que ahora ha evolucionado a Instituto Nacional de Elecciones que, de manera concurrente, participa con autoridades electorales locales en la organización de los comicios en las 32 entidades federativas.

Debe destacarse que la creación del IFE y ahora el INE ha sido un acontecimiento importante en la vida política del país, y ahí yo quisiera -aunque sea muy de pasadita por el tiempo disponible-, hacer un homenaje al gran ideador, el hombre que llevó la representación proporcional a México y que imaginó por vez primera el IFE, el maestro José Luis La Madrid Sauza. Sin quitarle merecimiento a Don Jesús Reyes Heroles en la reforma del 77, La Madrid era el que sabía fórmulas electorales de representación proporcional.

Un gran constitucionalista mexicano decía: si me quieren leer, léanme en la Constitución, porque ahí estaban muchos de sus textos finalmente concebidos.

También otra muy importante modificación del Sistema Electoral, en su acepción amplia de institucionalidad, fue la creación de un sistema integral de justicia electoral, porque durante 100 años, en México el Poder Judicial no participaba en los procesos electorales.

Por decisión propia primero, por jurisprudencia después, hasta que finalmente se fue integrando un sistema de justicia electoral que tiene en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, una jurisdicción especializada y autónoma que lo mismo imparte justicia para las controversias federales, que también a partir de 96 de las controversias locales, porque no había una segunda instancia a la cual acudir una vez agotadas las instancias en el nivel de entidad federativa.

Y hay que destacar la sincronía del proceso y desarrollo político entre las 32 entidades federativas; no todos tenían el mismo ritmo, de tal manera que haberse abierto a convertir el Tribunal federal en una segunda instancia, satisfechos ciertos requisitos, ha terminado los conflictos políticos que en algún momento ponían en riesgo la estabilidad política y aún la paz social en México, en algunos de los momentos de los procesos de reforma.

Y en tercer lugar, en esta acepción amplía de Sistema Electoral, también las condiciones de la competencia electoral en términos de financiamiento público a los partidos y el acceso a los medios de comunicación social, donde se prohíbe la contratación privada de propaganda, porque el Estado Mexicano le otorga su tiempo gratuito en radio y televisión, que tiene por derecho suficientes tiempos fiscales, a los partidos políticos para que desahoguen la competencia.

En lo que se refiere al sistema de partidos, a partir de estas modificaciones del Sistema electoral estricto, las reglas técnicas para convertir votos en curules o en posiciones en el Congreso, y la amplia de toda la organización electoral, el sistema de partidos también se modificó.

De un sistema de partido hegemónico, que fue la categoría que Sartori alguna vez me platicó había concebido pensando en el PRI mexicano y en el partido del Congreso de la India porque no cabían en el esquema de Partido Único o Bipartidista o Pluripartidista moderado polarizado, pero sí en una categoría especial que él creó para concebir la idea de un partido que gana y tiene solo oposiciones muy testimoniales.

Sin embargo, a partir de estos cambios México fue evolucionando progresivamente a un sistema digamos en tres círculos concéntricos, que en términos generales, aunque está sujeto hoy a cambios importantes desde que se inició la transición, buscó en el año 77 darle representatividad al sistema de partidos porque en la elección presidencial del 76 había culminado un proceso de vaciamiento de los partidos políticos, al punto de que hubo un solo candidato presidencial.

Había 4 partidos de los cuales el PRI postulaba su candidato presidencial y dos se adherían al candidato del PRI; el PPS y el PARM, Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, y solo presentaba oposición el candidato presidencial del PAN; ese año por división interna el PAN no postuló candidato y hubo un solo candidato, que fue José López Portillo que ganó con el 48 por ciento de la votación.

Entonces ahí se había vaciado totalmente el sistema de partidos, y una cuestión fue la representación proporcional y la disminución de los requisitos de militancia para registrar partidos políticos y entonces a partir de ese momento, con diversas evoluciones se ha configurado un sistema de partidos, digamos, de tres círculos concéntricos en relación con su proximidad al poder.

En primer lugar se había desarrollado un tripartidismo en donde el PRI, que sigue siendo en este momento la fuerza política con mayor presencia nacional; el PAN, que alternó en la Presidencia de la República en el año 2000, y el Partido de la Revolución Democrática que había sido del surgimiento del agrupamiento de varias expresiones de la izquierda, desde la comunista hasta una disidencia nacionalista surgida del propio PRI en el 87, más o menos.

Básicamente, este era el sistema de núcleo donde se juntaban dos bipartidismos: PRI-PAN en el Centro-Norte del país, con algunas excepciones, y PRI-PRD en el Sur-Sureste con algunas excepciones en general.

Sin embargo, en la izquierda se dio una ruptura a partir de la última elección presidencial en el 2012 y ha surgido un partido el Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, liderado por Andrés, un actor que seguramente algunos de ustedes han oído referir en la prensa y que está ganando muy rápidamente en las preferencias electorales.

Porque ante este general de la política, las posiciones anti-sistema y la posición de MORENA es: está en el sistema pero al respecto de las políticas públicas; respecto de los acuerdos tiene una posición de confrontación no de colaboración, por lo menos ése ha sido su comportamiento.

Debo decir que gracias a esto, se ha dado la alternancia en la Presidencia de la República, después de 60 años de gobiernos surgidos del PRI o de sus antecesores, el PNR, el PRM; también se ha establecido dos presidencias panistas y nuevamente regresó el PRI, que es el que tiene hoy la Presidencia de la República.

A nivel de las entidades federativas, de las 32 sólo en 5 no ha habido alternancia en las gubernaturas, en las otras 27 sí hemos protagonizado alternancias en las gubernaturas de los estados y en la Jefatura de Gobierno de lo que ahora se ha dado denominado Ciudad de México, que era el Distrito Federal, y que tiene su propia Constitución y que se ha buscado que haya plenitud de derechos políticos para sus ciudadanos.

Morena, pues, está incorporando rápidamente en ese círculo primero de tres partidos, y pareciera ser que puede, según las tendencias en las encuestas, desplazar del tercer lugar al PRD y mandarlo al cuarto.

En el segundo círculo concéntrico habría tres partidos que se han mantenido con registro, y a veces coaligados con los partidos mayores en tamaño, en representación parlamentaria o solos, han conservado su registro: el Partido Verde Ecologista de México, el Partido del Trabajo y el Partido Movimiento Ciudadano, que antes se llamó Convergencia.

Y en la periferia de esos tres círculos concéntricos, hay partidos que entran y salen que han tenido una enorme movilidad política todos estos años de la transición, que puedo decirles que desde 77, hasta como por 1996, no se hicieron dos elecciones mexicanas sucesivas con el mismo número y con los mismos partidos, porque ganaban el registro, lo perdían, cambiaban de nombre, se fusionaban.

De tal manera que, ahora aquí están el Partido Verde, el Partido del Trabajo, el Partido Nueva Alianza; uno de filiación magisterial, otro de filiación todavía de algunos vestigios de marxismo y otro de alguna filiación de este Encuentro Social, que casi nueve partidos políticos nacionales con registro, de los cuales ocho están representados particularmente en la Cámara de Diputados, en la Cámara de Senadores, cinco.

Paso por último a hablar del tercer ingrediente del que nos habla Nohlen: sistema de gobierno.

Ante estos cambios en el sistema electoral y en el sistema de partidos, también el sistema de gobierno pasó en México de un presidencialismo hegemónico, donde a decir de Jeffrey Weldon el partido hegemónico, el presidente, líder indiscutido e indisputado que por lo menos sigue siéndolo para el PRI hoy en día, pero ya no para los demás actores políticos, decisiones centralizadas y disciplina férrea entre militar y religiosa que explicaba los poderes que el presidente tenía, de una parte delegadas de las facultades constitucionales y de otro de las facultades como líder nacional del partido que era lo que le daba en muchas ocasiones la hegemonía al Ejecutivo sobre los otros dos Poderes de la Unión.

Sin embargo, al aflorar la pluralidad, al cambiar la correlación de fuerzas, recordemos que Duverger dice que un cambio en la correlación de fuerzas puede ser tanto o más importante que un rediseño constitucional, porque puede haber el mismo formato de forma de gobierno y, sin embargo, el contenido de las fuerzas políticas puede darle un contenido diferente; obviamente, mientras hubo un partido hegemónico -que era el mismo presidente- el presidente tenía de alguna manera facilidad, colaboración plena del Legislativo y el Judicial.

En el momento que cambia la correlación de fuerzas y se llega a la noción de gobierno dividido, que son los cambios en el presidencialismo, entonces donde la mayoría que está en el Congreso no hay necesariamente la mayoría que tiene la titularidad del Ejecutivo, y en esta división entonces el presidente está acotado.

Entonces pasamos de un presidencialismo hegemónico a un presidencialismo acotado.

Sartori dijo: México pasó del híper-presidente al hipo-presidente, porque siguió muy de cerca el proceso político y nos acompañó y nos hizo sugerencias en varias ocasiones.

Básicamente, lo que ocurrió en ese tránsito fue que en algunas ocasiones descubrimos que constitucionalmente el presidente mexicano era más débil que otros presidentes latinoamericanos, pero la fuerza de la parte de líder nacional partidista le daba plenos poderes que nuestro inolvidable Jorge Carpizo llamó poderes metaconstitucionales, porque no venían de la norma constitucional sino del proceso político debido a su condición de partido hegemónico.

Básicamente, el poder presidencial también se ha acotado por otra serie de factores que van más allá de los cambios políticos deliberados, diseñados constitucionalmente; menciono muy esquemáticamente los límites que vienen de fuera, tanto de la globalización pactada a través de acuerdos bilaterales y multilaterales, como la salvaje de los mercados financieros no regulados.

También la reforma derivada de la adopción del modelo liberal y la retirada del Estado respecto de la adopción de Estado de Bienestar. La reforma del Poder Judicial de 1994 estableció instrumentos de control de constitucionalidad, acción de inconstitucionalidad, controversia constitucional, como mecanismo para arbitrar entre poderes y entre órdenes de gobierno, que antes lo hacía el presidente porque era el líder nacional del partido en el poder, tenía la totalidad del Senado, la brutal mayoría de la Cámara de Diputados y por lo tanto, pues controlaba la designación de los ministros de la Corte y tenía un poder también desde el punto de vista de la intervención del Estado, muy grande.

También ha contribuido a acotar el poder presidencial, además de estos otros ingredientes, la disminución de facultades del Ejecutivo federal. Por ejemplo, en el caso del gobierno de la Ciudad de México, que hoy surge del voto libre universal, secreto y directo y que antes era un departamento del Ejecutivo federal durante un largo periodo de nuestra historia, originalmente se elegía al Gobernador del Distrito Federal, posteriormente pasó a un jefe de Departamento, ahora otra vez ha surgido de elección, desde 1997.

Si en 88 se perdió la mayoría calificada del PRI, en 97 se perdió la mayoría relativa del PRI. Me tocó en ese momento coordinar el grupo parlamentario del PRI en la primera Cámara sin mayoría relativa. Si en 88 ya los que en aquel tiempo (yo ahora soy perredista) eran fundamentalmente capaces de reformar solos la Constitución, pues obviamente la ley con más facilidad, pero eso generó que en un momento hubiera una pequeña incidencia.

Aquí nada más para detallar, una de las muchas causas que explican por qué el texto constitucional ha crecido en número de palabras, que ya lo ha destacado Diego Valadés brutalmente; entre otras causas, porque ante el 88 el PRI ya no podía reformar solo la Constitución pero sí podía hacer solo la ley; tenía mayoría relativa, ya no tenía calificada.

En 97 también pierde la relativa y ya no puede hacer tampoco solo la ley, pero en esos 9 años había la gran desconfianza de las oposiciones. Cómo sé que te voy a dar el voto para hacer la Reforma Constitucional y no me vas a mayoritear en la ley, y la vas a interpretar en un sentido diferente a lo que estamos pactando, entonces para tranquilizar y terminar con suspicacias de la oposición, se llevó al texto constitucional una tradición que venía del 17 de grandes artículos muy largos de los derechos sociales, muchos textos que en sentido riguroso deberían estar en reglamentos, ni tan siquiera en la ley secundaria, eso es parte del proceso que se ha vivido.

Termino la parte del sistema de gobierno, mencionando que hay otros esquemas: el nuevo rol de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, los medios de comunicación, la relación ahora con Estados Unidos; todo ello ha acotado el poder presidencial y hoy se habla de la posibilidad de gobiernos de coalición, en los cuales Diego Valadés y Daniel Barceló han escrito un libro que han aportado al debate y a la orientación sobre el tema.

Menciono rápidamente la cultura política.

Siempre el diseñador constitucional tiene que estar en la atención entre la norma y la realidad, no puede llevar la norma tan lejos que la realidad no la deja pasar ni puede dejar la norma tan rezagada que la realidad la rebase; en cualquiera de los dos casos estamos ante problemas.

Por eso muchos de los cambios estos sucesivos de tantas reformas, han tenido que ver con el acoplamiento de la cultura política, por ejemplo: la calificación de las elecciones era inminentemente política. Con base en el principio de división de poderes se autocalificaban las cámaras, y la de diputados calificaba la presidencial.

Eso se judicializó y el tránsito para pasar de una calificación política a una judicial y aceptar el veredicto de los jueces, pues fue un tránsito rápido por cierto, pero que tuvo su ritmo; no era de inmediato, no se aceptaba, se decía que un grupo de notables de la jurisdicción no podían calificar a quienes surgían del voto popular y del ejercicio directo de la soberanía.

Entonces la cultura política implica un acoplamiento muy importante y acompaña a los cambios, y yo lo he dicho, ya los amigos que me lo han oído me disculpo, pero México transitó de un Siglo XIX y principios del XX donde la cultura política se podía resumir en tú o yo, porque la lucha por el poder significaba la violencia y la posible supresión física del adversario, entonces la cultura política mexicana era el tú o yo.

En 28, cuando han asesinado al presidente electo Obregón, Calles convoca a crear lo que le llama un Pacto de Unión y Solidaridad, que es el abuelo del PRI: el Partido Nacional Revolucionario, y plantea en aquel momento la creación de un partido que va a ser plural, porque así lo defiende un discurso magistral que dice el primero de septiembre de 28 ante el Congreso.

Pero era una revolución triunfante, era un grupo triunfante dentro de los grupos y el propósito plural se fue perdiendo y se construyó un régimen político, el de la Revolución Mexicana, un partido hegemónico.

No estuvo en la concepción inicial, por lo menos de lo que lee uno de ese discurso, quien dice: ojalá algún día en este recinto de la ley podamos ver sentados en esas curules a representativos de todas las corrientes ideológicas de la nación, incluida la reacción que así se le llamaba a la derecha en aquellos años, en proporción al número de votos que logren entre los ciudadanos.

Prefiguro un sistema plural y prefiguro un sistema pluripartidista de representación proporcional, pero el cauce de los hechos lleva a un sistema hegemónico; con el partido hegemónico México conquista la paz social.

Se transita a resolver el asunto del poder, vía sonadas, golpes de Estado, violencia, del tú o yo pero se pasa a Yo sin ti, aunque hay acuerdos, aunque hay respeto. Se acaba aquello que para el opositor Destierro, encierro o entierro, y hay una convivencia pero no hay todavía la necesidad objetiva de acuerdos, llegado al extremo que el partido hegemónico puede decir: sin ustedes -a la oposición- yo reformo la Constitución.

Y había veces que se lograba cierto acuerdo y había veces que no, entonces se podía acudir a esa condición hegemónica; y a partir de 88 realmente que se empieza a construir la cultura democrática del tú y yo, y también de ese tránsito ha sido muy importante.

Cada vez hay más disposición al diálogo, al acuerdo, a la negociación, aunque hay un actor que por lo menos no ha participado en ningún acuerdo hasta ahora formal, ni a nivel local del estado donde es originario Andrés Manuel López Obrador o a nivel federal. Yo siempre me hago la reflexión por la tendencia de las encuestas ¿Y si gana la presidencia con quién va a construir acuerdos en el Congreso?

Terminaré diciendo que desde luego hoy en día tenemos en una pincelada de Carballo, un claroscuro en la realidad política mexicana, con avances importantes significativos, pero también con déficit de ciudadanía, por ejemplo, con una brutal desigualdad social que nos hace correr riesgo de que se pase de un sistema democrático a un sistema plutocrático vía la compra del voto, ya no hay el fraude en el padrón electoral, en la lista de electores, en el conteo de los votos pero en las condiciones de la gente sí hay una brutal desigualdad social.

También traemos un déficit, en algunos casos institucional por la deficiencia de las propias instituciones, que se acomodaron en la regla de acceso al poder pero no en el mismo ritmo de las reglas del ejercicio del poder, que las hemos venido ajustando a posteriori con una nueva realidad plural y evidentemente ha tensionado muchas de las relaciones entre poderes.

Hay más equilibrio de poderes entre el Judicial y el Legislativo con el presidente de la República; hay un federalismo descentralizado, pero a veces con desventajas para crear lo que Aguilar Camín ha llamado un nuevo feuderalismo, con el riesgo de segmentación y de casos escandalosos dentro de corrupción a nivel local, y también la tendencia de querer construir desde el centro otra vez las reglas que antes se ejercían en poder fáctico el presidente de la República.

Otro déficit tiene que ver con poderes fácticos, porque en casi todo el mundo amenazan a los poderes instituidos de forma mediática, de forma empresarial, vinculados particularmente con mercados financieros y también de manera destacada con la incidencia de grupos delictivos que en ocasiones infiltran, enfrentan y capturan al Estado en el propósito de proteger sus propios intereses.

Siempre hay el riesgo de una restauración autoritaria, no parece en el horizonte de México, pero el gran estudioso del cambio político en nuestro tiempo Leonardo Borghino ha dicho que cuando se conjugan, radicalización, movilización, fragmentación partidista, crisis de legitimidad e ineficacia gubernamental, entonces se tiene la base objetiva para una restauración autoritaria.

Los actores políticos no lo asumimos con fatalidad en México, creemos como Octavio Paz que en una memorable ocasión dijo que los trágicos griegos nos habrían demostrado que la fatalidad tenía como cómplice la voluntad humana, no queremos ser cómplices de la fatalidad y queremos que México siga creciendo en democracia no con restauración autoritaria.

Muchas gracias.

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