Agrotendencias
Importancia del suelo en la captura de carbono Elisabeth Casanova García afgha@hotmail.com Jorge Quiroz Valiente jorgequirozvaliente@hotmail.com El suelo ha tenido diversas definiciones a través del tiempo y ha ido evolucionando de acuerdo a muchos aspectos que han sido considerados para su definición. Existe una amplia literatura que contiene la definición de suelo. En el siglo […]
12 de noviembre de 2017

Importancia del suelo en la captura de carbono

Elisabeth Casanova García
afgha@hotmail.com
Jorge Quiroz Valiente
jorgequirozvaliente@hotmail.com
El suelo ha tenido diversas definiciones a través del tiempo y ha ido evolucionando de acuerdo a muchos aspectos que han sido considerados para su definición. Existe una amplia literatura que contiene la definición de suelo.

En el siglo XIX las definiciones del suelo podían ser tan sencillas como «El suelo es el material suelto que cubre las rocas, y se supone que se formó a partir de su descomposición», hasta más complejas como «Los suelos están extremadamente diversificados en apariencia y calidad; sin embargo, consisten en diferentes proporciones de los mismos elementos; que se encuentran en varios estados de combinación química o mezclas mecánicas.

Sin embargo, además de todas las bondades que le conocemos al suelo, es muy importante en el secuestro del CO2 atmosférico y en la emisión de gases como el metano y el óxido nitroso, que son radiactivamente activos y favorecen el «efecto de invernadero». Los cambios en el uso de la tierra y el calentamiento global consecuente, pueden tener efectos importantes sobre la profundidad de la materia orgánica en el suelo y afectar directamente la concentración atmosférica de estos gases traza.

Como estrategia para la mitigación del cambio climático, el secuestro de carbono del suelo ayuda a ganar tiempo, para que en los próximos diez a veinte años, otras tecnologías sean efectivas en este efecto y las que reduzcan las emisiones de carbono se vuelvan viables. El reto para los agricultores es encontrar tecnologías que rápidamente mejoren las condiciones del suelo y capturen una mayor cantidad de carbono. Como el suelo almacena de dos a tres veces más carbono que la atmósfera, un aumento relativamente pequeño en la captación podría tener un efecto significativo en la mitigación del efecto invernadero.

El carbono del suelo tiene una alta variación espacial. Las existencias de Carbono orgánico del suelo fluctúan con la latitud y la longitud, con mayores tasas de captura en latitudes más altas, es decir lejos del ecuador, disminuciones en las latitudes medias y con ligeros aumentos en los trópicos húmedos. El alto valor en los trópicos húmedos (por ejemplo, Tabasco) se debe a la alta precipitación. Por otro lado, el alto contenido de carbono orgánico en latitudes altas corresponde a los regímenes de baja temperatura.

Se considera que la intensidad del pastoreo del ganado tiene un gran impacto en el almacenamiento de carbono orgánico del suelo y en sus indicadores de calidad en los agro-ecosistemas de pastizales. Un dato interesante es que, si la intensidad de pastoreo está por debajo de la capacidad de carga animal del sistema, se produce una disminución en el almacenamiento de carbono orgánico del suelo, aunque su impacto depende del clima, en los climas cálidos y húmedos este secuestro es menor. No todos los suelos secuestran carbono; la mayoría de las tasas de secuestro documentadas provienen de la capa superior de suelo o arado (de 0 a 30 cm, o incluso sólo 10 cm). Los suelos ricos en Carbono orgánico ya no captan mucho carbono, es decir que los suelos con alto contenido de materia orgánica captan menos Carbono. Lo importante en este tipo de suelos es mantener el sistema en equilibrio.

La labranza de conservación o la cero labranza han sido de los sistemas más importantes de manejo de la tierra para aumentar el carbono orgánico del suelo. Muchos investigadores documentaron aumentos significativos en las reservas de carbono de la capa superficial del suelo bajo prácticas de labranza reducida en combinación con los residuos de cultivos. Además, las prácticas de gestión de la conservación también reducen las emisiones directas mediante un menor uso de combustible y mejores propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. Sin embargo, el beneficio del aumento de la cantidad de Carbono en el suelo se ha reducido ya que se ha documentado ampliamente que las reservas de carbono orgánico no aumentan necesariamente con métodos de labranza reducida, cuando se investigan profundidades mayores del suelo. En este contexto del carbono del suelo para mitigar el cambio climático, existe un consenso de que el secuestro de Carbono es sólo «verdadero» si la práctica de manejo causa una transferencia neta adicional de Carbono de la atmósfera a la tierra.

Hay una sugerencia de que la repoblación forestal o la conversión de pastos se deben planificar a las áreas menos productivas o a la reforestación de las tierras degradadas. Mejorar el manejo de los pastizales sobrepastoreados, también conduce a un mayor secuestro de carbono orgánico hacia el suelo. Una vez más, la misma tierra que nos da una alternativa para poder seguir produciendo, como reza la poesía de Rafael Blanco Belmonte “llenar de frondas esta ladera, quiero que otros disfruten de los tesoros que darán estas plantas cuando yo muera… Hay que imitar al viento, que siembra flores, lo mismo en la montaña que en la llanura… ¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!

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