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72 años 1943-2015
Convertido en el decano del periodismo estatal, Rumbo Nuevo arriba a la edición número 17 mil 610 con un Tabasco diferente al que lo recibió en 1943 como “el diario de la vida tabasqueña” que empezó a registrar la actividad política de 285 mil 630 habitantes. Al paso de los años, la población se multiplicó […]
1 de noviembre de 2015

Convertido en el decano del periodismo estatal, Rumbo Nuevo arriba a la edición número 17 mil 610 con un Tabasco diferente al que lo recibió en 1943 como “el diario de la vida tabasqueña” que empezó a registrar la actividad política de 285 mil 630 habitantes. Al paso de los años, la población se multiplicó en más de siete veces hasta llegar a los dos millones 238 mil 818 habitantes que registró el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2010. Hoy seguimos informando, grandes plumas siguen colaborando en esta casa editorial, con su hermano editorial La Voz de Tabasco y la modernidad de las redes sociales www.rumbonuevo.com.mx @rumbonuevo se mantiene a la vanguardia del periodismo actual.

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo

Convertido en el decano del periodismo estatal, Rumbo Nuevo arriba a la edición número 17 mil 610 con un Tabasco diferente al que lo recibió en 1943 como “el diario de la vida tabasqueña” que empezó a registrar la actividad política de 285 mil 630 habitantes. Al paso de los años, la población se multiplicó en más de siete veces hasta llegar a los dos millones 238 mil 818 habitantes que registró el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2010.

Siete décadas después, este 1 de noviembre de 2015, el cotidiano que nació siendo gobernador Noé de la Flor Casanova (1943-1946), celebra su 72 aniversario a tono con la evolución tecnológica pero sin omitir la identidad, costumbre y tradiciones de un Tabasco que no deja de hacer política a pesar de las vicisitudes económicas del mundo globalizado.

Del gobernador Casanova (en su mandato se pavimentó la primer calle de Villahermosa que hoy se conoce como Paseo Tabasco) al actual mandatario Arturo Núñez Jiménez, han pasado tantas cosas en el quehacer político local que lo mejor es recordar que el primer domicilio del Rumbo Nuevo fue la actual calle Madero esquina con Zaragoza. Y con los años, aún con su fundador Manuel Antonio Romero Zurita, se trasladó a la calle Guerrero (hoy cerrada, lugar donde desemboca Juárez), en lo que fue el restaurante La Caldereta hasta que aparecieron con mayor contundencia las trasnacionales de la comida.

Años después, ya con el insumo de la off set que envió al museo la prensa caliente, y de la tecnología creciente a fines del siglo pasado, lo que originalmente fue quincenario, semanario, trisemanario y bisemanario, incrementó su fuerza de competencia sin par al mudarse al número 107 de la calle Ramón Galguera Noverola.

Al finalizar la centuria pasada, mejor dicho el milenio pasado, don Florentino Hernández Bautista, que pasó de administrador a director general en 1951, recordó la época inicial con Romero Zurita al frente de la publicación, pero también invocó los periodos cuando el periodista Pedro Ocampo Ramírez fue su gerente y el poeta Ramón Galguera Noverola, su director. Y cuando en sus páginas, figuraba la colaboración del poeta de américa Carlos Pellicer Cámara.

“Era un cuarto de cuadro de apenas cuatro páginas, que en ocasiones era difícil de llenar, se tenía que inventar o inflar notas”, decía el fallecido Hernández Bautista. En broma y veraz llegó a decir que en ese tiempo los trabajadores de la comunicación de Rumbo Nuevo eran una especie de todólogos: “Lo único que no hacían los editores era salir a vender los periódicos”.

El fallecimiento de Manuel Antonio Romero Zurita parece una anécdota pero no lo es. Quien más de una ocasión había sido gobernador de Tabasco, murió de un infarto cuando el fundador del noticiario radiofónico Telereportaje, Jesús Antonio Sibilla Zurita, lo entrevistaba. En medio de la conversación se le informó que tenía prohibido escribir en Rumbo Nuevo…el 1 noviembre de 1958, fecha de la plática referida, el gobernador era Manuel Bartlett Bautista.

El nacimiento

Un rayo de luz iluminó el rostro de don Luis García Abalos. Con las palmas de la mano sostenía el alumbramiento de su imprenta. Pulsaba el pesor, revisaba sus líneas corporales, y ponía sus ojos en la cabeza, en los pies, en el abdomen. Nada. No lloraba, respiraba. Lo sentía en su palpitar agitado como campanas llamando a misa. Cerca de él, Gustavo, su hijo. El primero de la familia que salió de la casa ubicada en el número 10 de la calle Guerrero a pregonar la buena nueva a la población sumida en la incertidumbre de la Segunda Guerra Mundial, pero sobre todo por el infortunio al que una vez más la sometía la naturaleza: inundación aquí, allá y…Tabasco, la isla.

Ni falta que hizo el champagne. Las páginas de Rumbo Nuevo caían de la prensa caliente. Quemaban las manos del impresor García Abalos. Y lleno de gozo, en una esquina de la imprenta, don Manuel Antonio Romero Zurita, sonreía complacido. Había logrado cristalizar uno de sus más preciados sueños: la aparición de un periódico que registrara las vicisitudes del Tabasco posrevolucionario. Que fuera, como sugería su lema, “Vocero del pensamiento tabasqueño”.

El sudor, la alegría, la tinta negra impresa en las ropas y manos de don Luis, hizo recordar (1924) aquellos tiempos a lado de sus padres. Uno, don Antonio Romero Magaña, notario público de la calle 5 de Mayo, en Villahermosa, era originario de Paraíso. Y ella, su madre, la señora Marina Zurita, de impresionante belleza, había nacido y crecido a la orilla de uno de los cuerpos de lagunares que dan vida y prestigio al municipio de Macuspana: en Ismate-Tierra Colorada. A los dos, el político, escritor y periodista trajo a su memoria cuando releía las páginas del semanario. Optimista, satisfecho, sonreía al escuchar el parloteo del linotipista y los demás trabajadores de la imprenta.

Sin ánimos de ofender, la celebración era en grande. Rumbo Nuevo nacía en el aciago 1 de noviembre de 1943, cuando la guerra de la esquizofrenia enlutaba hogares en todo el mundo; cuando el país vivía la postrimería del poder de los militares surgidos del movimiento armado de 1910; cuando Tabasco padecía en carne propia los rezagos de la incomunicación en los momentos de incertidumbre provocadas por los recurrentes desbordamientos de las aguas de sus ríos y cuando sus noches y días eran sitiadas por el calor o el mosquito y las inundaciones potencializaban la pobreza de sus habitantes.

De esos hechos nada cuenta el periódico que tenía en sus manos el impresor que había creído en la empresa a la que arribaban los periodistas. No eran muchos, pero con los que aparecían en el “indicador” –la versión del directorio de los periódicos actuales— bastaba dar fe de que no era obra de la casualidad sino que significaba la conjunción de esfuerzos para asumir compromisos con la comunidad. Una responsabilidad común, a pesar de los pesares. Entre todas, la sequía económica.

Al cabo de las horas, ahí estaban todos. Luis C. Márquez, como Jefe de Redacción; y también el administrador Horacio Sosa y el jefe de departamento de anuncios César C. González. Junto al director estuvieron todos, juntos durante los primeros nueve números, pues el primero de ellos se retiró antes de la elaboración del número correspondiente a la fecha 6 de enero de 1944.

Pero, en medio de la algarabía del primer número, el dueño de la imprenta revisaba las venas del periódico. La cabeza principal, la presentación a los lectores que iniciaba con un párrafo primero de cuatro líneas en donde la cortesía que caracterizaba a su director era la punta de la unidad: “Buenos días. Rumbo Nuevo saluda a los colegas y a la opinión pública…” Y de la misma forma concluía después de 45 líneas ágatas: “…Buenos Días.”

Hecho un manojo de nervios, don Luis recorría las secciones literaria, obrera, el panteón político; pies de fotos (grabados) y, sobre todo, la portada en donde aparecía un artículo anónimo cuyo título era por demás reflejo de la época: “La guerra hoy”, se leía en letras grandes la cabeza del texto relacionado con los pormenores de la execrable conflagración que mantenía en un hilo la sobrevivencia de la humanidad. El reporte provenía desde las mismas entrañas de uno de los contendientes: Nueva York.

“No fueron bombardeadas las costas de Chiapas”, observaba la cabeza de la nota a una columna que aparecía en la página principal. El balazo (subtítulo) de la misma advertía de los signos de aquellos tiempos: “Aviones extranjeros”, indicaba. En tanto, en el cuerpo de la información se leían las declaraciones del General de División Francisco L. Urquizo, subsecretario de la Defensa Nacional, quien hacía la respectiva aclaración.

A todo esto, no se permitía nacer con errores. Por ello, la supervisión del periódico incluía, por supuesto, la nota principal que se relacionaba con la gira del gobernador Noé de la Flor Casanova por la región de los ríos, en compañía del General Joaquín Martínez Iñiguez, encargado de la 30 zona militar. Y también de las actividades del Presidente de la República, General Manuel Ávila Camacho por comunidades del Pacífico mexicano en donde un ciclón había dañado severamente a la población.

Del primer número de Rumbo Nuevo sobresalía, a los ojos de los periodistas, el entorno político que había generador la manifestación de militantes del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el 17 de octubre, para la elección de presidentes municipales y regidores que se llevaría a cabo el 5 de diciembre de 1943. De ahí el llamado a votar que aparece en el editorial de la página dos.

La disputa por los cargos de elección popular se constreñía a los grupos internos de la organización política creada por el presidente Plutarco Elías Calles. No obstante, en el hebdomanario aparecías las fotografías de los candidatos Torcuato A. Brindis, Carlos F. Oyosa, José Pérez Bastar, entre otros, para presidentes municipales de Centro, Macuspana y Tenosique, respectivamente. Asimismo, José Alcocer Coffin, quien aparecía como aspirante a regidor del ayuntamiento de Centro.

De todas maneras, lo que también preocupaba a don Luis como al propio Manuel Antonio Romero Zurita, eran la confiabilidad de los anuncios. Los patrocinadores de la empresa significaban el nacimiento del periódico que tenían en sus manos. Aunque no eran muchos los mecenas, sí los suficientes para el arranque.

Y ahí estaban, leyendo la publicidad, los anuncios obtenidos por César C. González, el responsable del departamento. Satisfechos, leían en voz alta: “Farmacia La Mejor”, “José Guimond Caballero, abarrotes”, “Cooperativa Obreros Panaderos”, “Omar H. Oropeza, contador”; “Orange Crush”, “Farmacia Caballero”, “Sastrería José Ojeda”, “Casa del Baratillo (Enrique Hernández Priego)”, “El Águila, Díaz Buergo, hermanos”, entre otros. (En los números siguientes de la publicación se sumarían “G. Benito y Cía”, “La Cucaracha”, “Cooperativa de Transportes de Villahermosa”, “La Casa de los Casimires”, “La Corona (perfumería)”, “Regia (Miguel Negrón Ceballos)”, y…).

Todos los anunciantes se localizaban entre las calles Aldama, Rafael Martínez de Escobar, Juárez…para acabar pronto, en el centro de Villahermosa.

Entre anuncios en interiores, ocho columnas, notas pequeñas, llamados a la ciudadanía a votar; don Manuel y compañía pusieron atención en el espacio destinado a “nuestros colegas dicen” que era la sección de saludo, critica u opinión acerca de las publicaciones como el “Censor”, “La extra del Censor” de don José María Bastar Sasso; “el Hijo del Garabato” de don Trinidad Malpica H.; o al “Diario de Tabasco” de Juan Miguel de Mora.

–De la palabra a los hechos, Manuel—alcanzó a comentar el impresor, cuando ya Gustavo hacía circular los primeros números de Rumbo Nuevo cuyo precio al público lector se había fijado en 10 centavos. Tan barato como el costo de los espacios destinados a la publicidad: 60 pesos, la plana entera; 30 y 15, la media y el cuarto de la misma.

Era el primer día del periódico que aún sorprendido revisaba y daba vueltas, todavía un año después, dos Luis García Abalos, cuando leía el editorial del primer aniversario, el primero de noviembre de 1944:

“Este bisemanal confiesa que anhela convertirse en un diario. Tabasco merece un buen diario de información. Nuestra cultura vernácula lo reclama. Sentimos la necesidad de servir…”, había presagiado su director, pues al año siguiente, el semanario dejó de ser bisemanario y trisemanario para convertirse en diario. Hasta la fecha. (1945…)

En esa misma edición –la del segundo aniversario–, don Manuel Romero Zurita, agradecía, como lo hacía siempre, la colaboración de sus amigos escritores y periodistas. Entre ellos Luis C. Márquez, Horaco Sosa, Roberto Ruiz del Águila; ingeniero en química Marcelino García Junco, así como del licenciado Francisco J. Santamaría, Antonio Suárez Hernández, Máximo Evia, Ramón Galguera Noverola, Juan Miguel de Mora, Ramón Mendoza H., Hidelbrando, Pitigrillo, Espectador, Leunan Tinagosa, doctora Clemencia Manzur, Zita, Carmelinda Pacheco de Ahedo y del profesor Rodolfo Montiel H.

Al paso del tiempo, Rumbo Nuevo creció. Respiró. Y merecía presentaciones especiales como la que el propio director hizo de Ramón Galguera Noverola como colaborador en la “Sección Literaria”:

“Señoras y señores –escribió–: es un poeta. Nacido en el hervor del trópico, en Tabasco hace 27 años, no refleja en su poesía nuestro paisaje de selva, de río y laguna. Se ha internado hace mucho tiempo en la selva de sus sentidos corporales y de allí proviene el misterio de su canto, en la que hay la íntima e impenetrable negrura de la noche y la ignota luz de alguna estrella distante”.

Enseguida, el Director de Rumbo Nuevo publica el poema Díptico. Esta es la primera parte de la inspiración de Galguera Noverola:

“Todo, sin ti, me besa de amarguras.

Cegada el agua azul del incensario,

me falta todo impulso extraordinario

y hasta la tierra da vidas oscuras.

Sólo el camino lirio de tesituras;

Al monte abril, oculto en el lampadario

de la ilusión, y en voz de sagitario

Anclar abasto hedor de sepulturas.

No quiero imaginar ni las futuras

voces de la canción, ni el viento diario

que a pasos negros de olvidar apuros,

si ajeno a toda fuente de venturas,

cegada el agua azul del incensario,

todo, sin ti, me besa de amarguras.”

 

La presentación del poeta por el propio director del semanario despertó el interés de los leeperiódicos. Así la aparición de plumas con nombre propio ganado a pulso en allende las fronteras fue colocando al ebdomanario en la cúspide de las editoriales conocidas a mediados del siglo pasado en la región sureste del país.

Desde su nacimiento, la publicación mostró todo el bagaje cultural de quien en 1924 había sido gobernador del estado. Por ello, cuando aparece en las páginas el nombre de Francisco J. Santamaría, Rumbo Nuevo vuelve a marcar el camino del periodismo en Tabasco.

La opinión del ya afamado lingüista mexicano se publicó en la página 8 del número 86 del 2 de noviembre de 1944. Es decir, al primer aniversario del periódico con el título “El Hombre y El Escritor”. Así decía la primera parte:

“Si los recursos en el manejo del habla castellana me diesen una palabra que tradujera con propiedad lo que significa la voz inglesa “close up”, al punto la engarzaría en un ditirambo de aplauso para expresar, a mi corta manera de ver i entender, la índole categórica que literariamente tienen los esbozos o bosquejos, las semblanzas o pinceladas que componen este manojillo hatillo, diría el autor de carolitas pudibundas. Pero ni el diccionario común de la lengua castellana ni alguno ideológico me dan la clave precisa de la idea que tengo de estos poemitas en prosa, tan primorosos i también pulidos”.

Con Santamaría, contemporáneo, amigo entrañable y compañero de las veladas culturales del Ateneo Mexicano, Rumbo Nuevo celebraba pues, su primer aniversario. Un cumpleaños que, no obstante la anemia económica de sus creadores y lo convulso de la política nacional, sobre todo por la execrable guerra registrada en la época entre las fuerzas aliadas contra el fascismo hitleriano, recordó el tránsito inicial de la publicación a una frecuencia más cotidiana.

En el transcurso del primer año, los fundadores habían cruzado la frontera de lo semanal a lo bisemanal. Siempre dispuestos a escuchar la voz vecina, receptivos al cambio y a las necesidades de la comunidad, las puertas de la frecuencia se abrieron sin cortapisas. Así lo celebraban en el editorial de aniversario:

“El 1 de noviembre de 1943 comenzó a publicarse “Rumbo Nuevo” como semanario. Deseosos de servir con más frecuencia a sus lectores se transformó en un bisemanal de información, variedades y literatura. Alguna vez, nos hemos ocupado de política, con respeto para todos y para la sociedad en que vivimos. No hemos querido ofender jamás. Si alguien se considera lastimado, presentamos nuestras excusas.

“Rumbo Nuevo” –seguía el editorial—debe mucho a sus lectores y a los anunciantes. Muchas gracias. Ojalá seamos favorecidos con más anuncios…y más lectores.”

…Y más lectores, sigue escuchándose.

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